ANÁLISIS DE ESPAÑA
Vivir sin ETA
Por Alejandro Requeijo
2 min
España12-12-2011
ETA sabía muy bien lo que hacía cuando decretó el cese definitivo de su actividad armada. También sabía muy bien el momento elegido. Aquel comunicado del 20 de octubre, a sólo un mes de las elecciones, era una patata caliente para el próximo presidente del Gobierno. El nuevo inquilino de La Moncloa ya sabía que encima de la mesa tenía una cuestión en la que estaba obligado a mover ficha. Y tanto ETA como la izquierda abertzale van guiando a todos sobre las fichas que hay que mover. Hoy son los presos, pero mañana llegarán otras reivindiaciones como la absolución de Otegi, la legalización de Sortu, la abolición de la doctrina Parot, los fugados etarras... La canción es siempre la misma. "Para que haya paz, el Gobierno debe hacer esto o lo otro". ¿Pero el proceso no era irreversible? ¿Eso quiere decir que si el Gobierno no cede a sus intereses, ETA estará legitimada para volver? Entonces no estamos hablando de paz, sino de chantaje. Si las cosas no se cumplen como quieren ellos que a nadie le extrañe que un día vuelvan esas declaraciones, esos comunicados en los que se vaticina que "el proceso está estancado". No es factible que ETA vuelva. En ese caso no sería Rajoy sino Amaiur quien tendría un buen marrón a la vista. La amenaza tan sólo se enmarca en esa carrera por demostrar quién ha hecho más por la paz que luego se traduce en votos. Estamos en un escenario nuevo en el que la política no gira ya sobre lo malo que hace ETA, sino en ver quién es más culpable de que ETA pudiese volver. La banda aún no ha anunciado su disolución ni se espera que lo haga a corto o medio plazo. Esta situación es muy propicia para los radicales como han demostrado los éxitos electorales de Bildu y Amaiur. Al menos en la sociedad vasca parace haber calado que fueron ellos quienes ganaron el puslo a la banda. O esa otra de que cuantos más votos tengan menos probable es que vuelvan a matar. Ambas tienen parte de razón, pero encierran muchas trampas. Por eso quienes no están cómodos son el PP y el PSOE. Podrían caer en el error de llegar incluso a reprocharse el poner en peligro el proceso si ETA sube el nivel de chantaje y amenaza. Esto ya es un problema político. Perverso, pero político (ambas palabras podrían ser sinónimos). El nuevo Gobierno de Rajoy debe tener mucha mano izquierda para no ceder y al mismo tiempo evitar dar una imagen excesivamente inmovilista que se traduzca en votos para los radicales, tan eficaces siempre en el victimismo. Un escenario nuevo ¿O es el mismo de siempre?. Vivir sin ETA, pero viviendo de ETA.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio