SIN CONCESIONES
Lecciones para un periodista
Por Pablo A. Iglesias
3 min
Opinión03-10-2011
Este es un artículo poco común. No es una columna para leer. Es para escuchar. Hoy recomiendo abandonar de inmediato estas líneas para oir este testimonio (pinchar aquí). Es el que realmente inspira mis palabras, el que me ha arrancado las lágrimas los últimos días, el origen de mi reciente melancolía, una lección para quienes somos periodistas, un ejemplo de humildad de un grande de esta profesión, otro caso más de alguien que ha perdido el empleo en plena crisis económica. Quien pinche aquí escuchará a un grandísimo periodista, un maestro para mi promoción y la de otros muchos, un profesor universitario que alimentó nuestra pasión por el Periodismo como nadie, un jefe con tanto carácter como criterio para buscar la noticia... También es padre de dos hijos a los que intenta trasladar su amor por la lectura. Es hombre enamorado de una sola mujer, cosa extraña y difícil de encontrar en estos tiempos y especialmente en esta profesión. Es un madridista de los que demandan buen fútbol y denostan abiertamente los excesos de José Mourinho. Es un aficionado a los toros de los que quedan pocos, porque hoy hacen más ruido quiene se empeñan en acabar con la Fiesta Nacional que quienes luchan para protegerla. Merece la pena pinchar aquí y escuchar sus palabras. Es el adiós temporal de un ultra de la radio, seguramente lo único en lo que él mismo se reconoce como un loco irracional. Es un periodista del que los periodistas tenemos mucho que aprender. No es de los que reparte lecciones gratuitamente, sino de los que las aplica para sí mismo. Lo demuestra cuando en este testimonio sonoro pone de manifiesto su humildad ante una becaria, sencillez ante el poderoso, profesionalidad ante la empresa que le despide, gratitud hacia los compañeros, vocación eterna de aprender, etc. Hay varias frases en su discurso que deberíamos grabarnos a fuego quienes nos dedicamos a esto. Hay que escuchar a este hombre porque es otro protagonista más de la crisis económica. Es el hasta luego de quien acaba de perder el trabajo que más ama en esta vida. Es su despedida en el día que era despedido. Y supo marcharse con la cabeza alta, con la ilusión de quien vuelve a empezar, con generosidad hacia quienes le sustituyen, con la humildad que rara vez demuestran los grandes, con el deseo de perseverar en sus sueños, por un momento truncados. El destinatario y verdadero protagonista de este artículo es Félix Madero. Pero también podrían serlo miles de hombres y mujeres que en los últimos años han sido expulsados de sus trabajos. Mi pequeño homenaje, una vez más, a todos ellos. Aquí les dedico estas líneas como mensaje de ánimo para que sepan volver a empezar. Es la pasión que ponen en cada cosa que hacen lo que les convierte en tremendamente grandes, y no el cargo que acompañaba a su nombre en las tarjetas de la oficina. Siempre lo he tenido claro pero lo he vuelto a recordar al escuchar esta elegante despedida que deja huérfana a la audiencia.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito