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ANÁLISIS DE DEPORTES

La importancia de llamarse Ferrari

Fotografía

Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura2 min
Deportes31-07-2011

El amanecer de la temporada 2011 en el Mundial de Fórmula 1 sobresaltó a Ferrari con una cruel revelación: la de constatar, con la mayor parte del campeonato todavía por disputarse, que alcanzar el título iba a ser poco menos que una quimera. Reducidas sus opciones por la extraordinaria superioridad de los Red Bull, la lógica imponía una única salida: olvidarse del presente y comenzar a trabajar para reconquistar el Mundial en 2012. Pero ese tipo de ideas, por sensatas que puedan parecer, no entran en la filosofía de la marca italiana, a cuya esencia van siempre asociados la ambición y el espíritu ganador. Debería el amante de la F1 agradecer sinceramente ese espíritu combativo, así como el de McLaren. Gracias a ello, lo que podría haber sido el campeonato más aburrido de los últimos años (incluso a la altura de aquel de 2009 en que los Brawn GP sentenciaron el título con meses de antelación) se ha tornado en todo lo contrario: un Mundial plagado de carreras vibrantes y en el que, pese a lo difícil de la empresa, nadie descarta que Sebastian Vettel pueda todavía dilapidar la cómoda renta que le mantiene en lo alto de la clasificación. La incorporación del DRS y otros retoques en la normativa han ayudado considerablemente a mejorar el espectáculo, pero nada de ello habría servido de mucho si McLaren y Ferrari hubieran arrojado la toalla cuando ya parecía claro que tenían el Mundial perdido. Ambos han seguido trabajando por situar sus monoplazas a la altura de los Red Bull, y a fe que sus esfuerzos han resultado productivos. Aunque en la calificación todavía suelen dominar los coches de la bebida energética, en carrera McLaren y Ferrari se han mostrado incluso superiores en algunos de los últimos grandes premios. No en vano, de no haber arrasado Vettel en las primeras citas del año, estaríamos seguramente ante el Mundial más emocionante jamás visto, pues son apenas 15 los puntos que separan a los cuatro pilotos que persiguen al alemán. La temporada ha alcanzado su ecuador y, pese a que el título parece decidido, pocos serán los que abandonen la cita de los domingos al mediodía en frente del televisor. Carreras como la de Hungría son las que crean afición, independientemente de que haya mucho o poco en juego en lo que a la clasificación general se refiere. Además, la capacidad que Ferrari y McLaren han demostrado para evolucionar sus monoplazas con éxito invitan a mirar con optimismo el futuro cercano del Gran Circo, que evoluciona en la buena dirección para favorecer la emoción y el espectáculo, algo que el público menos apasionado siempre le había reclamado.

Fotografía de Alejandro G. Nieto