SIN CONCESIONES
Los puntos negros de Rajoy
Por Pablo A. Iglesias
3 min
Opinión23-05-2011
La sede nacional del PP ha empezado a llenarse otra vez de pelotas, caraduras, pijos, ventajistas... El olor a triunfo atrae a los peores especímenes, no digamos ya en la política, donde abundan esta clase de personajes. Mariano Rajoy empezará a tener muy pronto una corte de aduladores a su alrededor que, en realidad, buscarán un puesto en el futuro Gobierno de España. La noche del 22-M se dejaban ver por los pasillos y las escaleras de la sede de la calle Génova dirigentes de los que apenas se tuvo conocimiento en años anteriores. Iban eufóricos, como imaginando que dentro de un año volverán a ser ministros. En cambio, había otros que siempre estuvieron ahí, junto a Mariano Rajoy, en los malos momentos y en los malísimos. Uno de ellos es Miguel Arias Cañete. Pese al triunfo histórico del PP, se mantenía cauto y me comentaba: "Aquí estamos, sobreviviendo". Me gustan las personas como Arias Cañete, esas que en el triunfo dan un paso atrás y en la derrota dan la cara. No abundan en la vida. Esos son los verdaderos amigos, los fieles, los que merece la pena conservar. Los otros no merecen ni una línea porque son los que, cuando un político llega a La Moncloa, le vuelven loco con toda clase de piropos, crean una burbuja alrededor del presidente y provocan que pierda el norte en poco tiempo. Le pasó a Felipe González, le pasó a José María Aznar y hace años que le pasó a José Luis Rodríguez Zapatero. Los gobernantes necesitarían gente a su alrededor que les lleve la contraria y que les diga la verdad a la cara. Eso siempre que quieran escucharla. Porque, cuando a uno se le sube el poder a la cabeza, suele pensar que está por encima del bien y del mal. Entonces, cree que ya no necesita consejos y que están en posesión de la verdad. Rajoy debería hacer bastante autocrítica con este resultado electoral. Aunque parezca mentira o aunque suene exagerado decirlo. Ganar en Baleares, Castilla-La Mancha, Aragón y Cantabria es un exitazo. Pero aún podría haber sido más y no lo ha sido precisamente por su mala gestión. El PP ha cosechado un estrepitoso fracaso en Asturias por haber provocado una división entre los partidarios y los detractores de Francisco Álvarez Cascos. En Navarra aún ha sido peor. Rompió su alianza con UPN y concurrió en solitario a los comicios, pero ha quedado reducida a una formación parlamentaria irrelevante. Mariano Rajoy tuvo en sus manos la solución en ambas comunidades y, a la vista de los resultados, queda patente que se equivocó profundamente. Peor no podía ser. Hay quien, como Esteban González Pons, ya va diciendo por ahí que el resultado del 22-M permite pronosticar un triunfo por mayoría absoluta en las elecciones generales. Pero se equivoca. Mariano Rajoy no es Cospedal ni Aguirre ni Valcárcel ni Monago ni Bauzá ni se parece a otros barones territoriales del PP que han triunfado en las autonómicas. Está claro que los españoles quieren cambio pero muchos se resistirán dentro de un año a votar a un político que sigue sin atraer a las masas, que no demuestra carisma y que ejerce el liderazgo de una forma poco peculiar. Por lo tanto, es probable que Rajoy no atraiga tantos votos como sus compañeros. Así que tiene mucho que aprender.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito