SIN CONCESIONES
A los amigos de Lorca
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión16-05-2011
Llevo años cruzando Lorca. Pero no fue hasta el pasado verano cuando me detuve en sus calles, contemplé la hermosura de sus edificios, me sorprendió el arte de su arquitectura, me empapé del calor de su gente y comprobé que todas las maravillas que siempre había escuchado sobre esta localidad murciana eran completamente ciertas. Una amiga periodista, compañera de Doctorado en la Universidad Complutense, abrió las puertas de la ciudad a nuestra familia. Nos acogió con el entusiasmo y la alegría que ella siempre pone a las cosas. Juntos reímos durante un largo paseo. Consiguió colarnos en visita exclusiva al Teatro y a la Plaza de Toros. No todo fueron alegrías. Allí también lloramos soñando un futuro lleno de esperanza. Y gozamos con el paladar en uno de los rincones más típicos, además de barato, de Lorca. Ahora me gustaría estar en Lorca junto a ella y su familia. Me gustaría abrirles a todos ellos la puerta de nuestra casa para cobijar los temores agitados por el terremoto del 11 de mayo. Fue otro 11-M, como el que sembró el pánico en Japón el 11 de marzo. España no está acostumbrada a los terremotos y mucho menos a que un temblor de tierra mate a nueve personas. Pueden parecer pocos en comparación con los miles de desaparecidos en tierras niponas pero no hay que olvidar que allí fue el posterior tsunami lo que causó el mayor daño. En Lorca hay cientos de personas que han perdido su casa y que ahora viven en un campamento, como si fueran refugiados en una guerra civil. No tienen techo ni comida. Han perdido todos sus bienes personales. Otros han huído a viviendas de familiares o amigos a la espera de arreglar los desperfectos. Las réplicas del terremoto siguen repitiéndose. Así que la sensación de vulnerabilidad debe de ser enorme. La catástrofe de Lorca es tan grande que obró el milagro de poner de acuerdo a Zapatero y Rajoy. Ambos suspendieron la campaña electoral durante 24 horas. Sólo 24 horas, pero durante ese día cesaron los mítines de campaña y los ataques partidistas para que todo el país se concentrará en ayudar a las víctimas en lo más urgente. Dentro de poco, los medios de comunicación olvidarán el drama y el conjunto del país pasará a preocuparse de cosas mucho más banales. Lorca ya no saldrá en televisión y volverá a parecer que el principal problema de España es el estado sentimental o anímico de Belén Esteban. Nada más lejos de la realidad. Yo quiero estar con Lorca y en Lorca. Dentro de pocos días pisaré tierra murciana y mi corazón sentirá un intenso temblor por los damnificados del terremoto. Este verano esperó volver a Lorca, a sus calles, sus parques, su Plaza de Toros... Y sobre todo espero volver a compartir la alegría de su gente y de un pueblo que ahora quizá llora de miedo pero que tiene a todo un país detrás suyo para darle apoyo y consuelo.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito