ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
El efecto se contagia
Por Isaac Á. Calvo1 min
Internacional27-03-2011
Como era de esperar cuando se iniciaron las revueltas en Túnez, se iba a producir un efecto contagio en otros países musulmanes. Éste llegó a Egipto, se ha escenificado tímidamente en Marruecos y ha cobrado virulencia en Libia, Yemen y Siria. El caso libio es paradigmático porque sienta precedente y porque puede servir de acicate para los levantamientos opositores en otros lugares. Los ataques de la coalición internacional contra posiciones de Muamar el Gadafi están siendo efectivos (como no podía ser de otro modo) y han conseguido dar un respiro a los rebeldes. Sin embargo, estos no logran avanzar tan rápido como pensaban y las tropas leales al régimen resisten un doble envite: por un lado los bombardeos aliados y por otro la sublevación de la oposición. Si todo transcurre como está previsto, Gadafi será derrocado más tarde o más temprano. Cuando esto suceda habrá que ver qué ocurre, porque no hay pruebas de que la oposición sea mejor que el actual régimen. De momento, la operación liderada por Francia (la OTAN va a asumir el mando) ya lleva más de una semana en marcha. El principal temor para los aliados reside en saber qué hacer y cómo actuar si la contienda dura más de lo previsto y si la llamada exclusión aérea no es suficiente para acabar con Gadafi. La comunidad internacional también debería plantearse qué hacer si los disturbios en Siria o en Yemen van a más y sigue habiendo represión policial y decenas de muertos en las calles. No sería fácil de justificar (de manera políticamente correcta) ante la opinión pública por qué en Libia sí se actúa y en esos otros países no.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD