SIN CONCESIONES
Zapatero se escribe con PAZ
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión21-03-2011
Fue en febrero de 2008. Un grupo de artistas montó una plataforma de apoyo a Zapatero ante las elecciones generales. El presidente del Gobierno se jugaba la reeleción tras cuatro años de dudosa gestión en La Moncloa. Parecía difícil que Mariano Rajoy pudiera arrebatarle el poder escudado por Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. El PSOE se encargó de recordar que ambos representaban la cara de la mentira del 11-M. Pero había que resucitar aún más el espíritu social que permitió el vuelco electoral en 2004 tras la masacre terrorista. Con ese fin, los amiguetes culturetas del socialismo crearon la Plataforma PAZ. "Paz" por la férrea oposición de Zapatero a la guerra de Iraq y por las tres primeras letras (a la inversa) del apellido del presidente. Quisieron convencernos de que Zapatero se escribe con PAZ a pesar de que, ya en 2008, España tenía más tropas militares en misiones bélicas que en toda su historia. Había sacado huyendo a los soldados de Iraq pero había incrementado el número en Afganistán, donde se combate día y noche contra los talibanes. Tras repetir triunfo en las generales, Zapatero puso al frente del Ministerio de Defensa a Carme Chacón para aparentar aún más que España tenía un Ejército de paz y no de guerra. Pero nuestros militares siguen cayendo en Afganistán, en Kosovo, en Líbano y en Haití. Mueren porque se juegan la vida en su trabajo, porque se entregan en cuerpos y alma a su país, porque dedican hasta la última gota de su sangre en misiones humanitarias no exentas de peligro. El riesgo es extremo en Herat, Qala-i-Nao, Líbano o el océano Índico, donde los soldados españoles se enfrentan a los talibanes, terroristas palestinos y piratas africanos. Han sido ocho años de aparencias y decisiones contradictorias con tal de aparecer ante la sociedad como un político pacífico y dialogador. Pero la mentira acabó. Zapatero se ha quitado del todo la máscara con su apoyo expreso a la intervención militar en Libia. España aporta cazas de combate y barcos de guerra a la coalición internacional, mucho más que el buque médico que Aznar envió a Iraq como apoyo al derrocamiento de Sadam Hussein. Es cierto que las circunstancias de Iraq y Libia son distintas. Pero el objetivo es el mismo: echar del poder a un dictador que masacra a su pueblo y se ríe del mundo. Sin embargo, las pancartas y las chapas del "No a la guerra" de Iraq permanecen escondidas en un arcón por interés partidista. Los defensores de la paz y los artistas de la ceja están desaparecidos. Algunos viven del sueldo público de RTVE. Otros han marchado para mayor gloria a Hollywood, donde tienen hijos en clínicas privadas de lujo. Los demás están callados, mudos, para que nadie se acuerde de ellos. Pero la videoteca permite recordar quiénes eran y cómo clamaban por la paz en otros tiempos por militancia política o simpatía ideológica. Ahora sabemos que Zapatero se escribe con las letras de la palabra "paz" pero su apuesta por el diálogo es otra pose más, como cuando negó la crisis económica o renegaba de Estados Unidos o se definía antinuclear. La paz de Zapatero era una farsa más que muchos creyeron y que le ha permitido vivir del cuento durante ocho años en La Moncloa.
Seguir a @PabloAIglesias
Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito