¿TÚ TAMBIÉN?
Los libros de la reina del sur
Por Álvaro Abellán
2 min
Opinión31-01-2011
“También estaban los libros. Teresa seguía leyendo, mucho y cada vez más. A medida que transcurría el tiempo, se afirmaba en la certeza de que el mundo y la vida eran más fáciles de entender a través de un libro. Ahora tenía muchos, en estanterías de roble donde se alineaban ordenados por tamaños y colecciones, llenando las paredes de la biblioteca orientada al sur y al jardín, con sillones de cuero muy cómodos y buena iluminación, donde se sentaba a leer de noche o en los días de mucho frío. Con sol salía al jardín y ocupaba una de las tumbonas junto a la palapa de la piscina –había allí una parrilla donde Pote Gálvez asaba los domingos carne muy hecha- y permanecía horas enganchada a las páginas que pasaba con avidez. Siempre leía dos o tres libros a la vez. […] Leía así, de cualquier manera, mezclándolo todo. La aburrió un poquito una muy famosa que todo el mundo recomendaba: Cien años de soledad –le gustaba más Pedro Páramo-, y disfrutó lo mismo con las policíacas de Agatha Christie y Sherlock Holmes que con otras bien duras de hincarles el diente, como por ejemplo Crimen y castigo, El rojo y el negro o Los Buddenbrook, que era la historia de una joven fresita y su familia en Alemania hacía lo menos un siglo, o así. También había leído un libro antiguo sobre la guerra de Troya y los viajes del guerrero Eneas, donde encontró una frase que la impresionó mucho: La única salvación de los vencidos es no esperar salvación alguna”. Pronto llegará una adaptación televisiva de la novela de Pérez-Reverte. A pesar del tópico -a revisar- de que la televisión capta mejor la acción que los libros, cabe preguntarse si la serie enganchará al lector con la fuerza con que lo hace la novela ya en su primera frase. Pero, lo que seguramente no nos regalará la serie, son las maravillosas disertaciones sobre muchas cosas, también sobre los libros, que podemos disfrutar en esa historia real novelada por el virtuosismo de Pérez-Reverte. Veremos mujeres guapas, drogas, sexo, intrigas, balas… quizá, con suerte, algo del mundo interior de esta misteriosa mujer que quiso imaginar Pérez-Reverte. Un mundo interior que más allá del difícil mundo exterior nos invita a pensar que en el corazón de todo hombre, de toda mujer, late un anhelo por encontrar ese lugar donde la vida se ensancha.