ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Prejubilados
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad30-01-2011
Son como perrillos abandonados. Van perdidos por la calle, se muestran ariscos al trato, esquivos ante la mano que les echa un mendrugo de pan duro. Han sacrificado muchas horas de su vida en su trabajo, llegaron tantas noches tarde, se mortificaron tanto por un sueño por que los suyos viviesen mejor hasta que se les cayó el cántaro y se vertió la leche. Fue con la excusa de la maldita y manida crisis, y con ella se quedaron para echar migas a las palomas o cuidar de los nietos. Algunos, muchos -dicen las ONG- que se dedican a invertir su tiempo libre en solidaridad. Curiosa paradoja. Apenas superan el medio siglo de vida y les han dicho que ya no sirven para trabajar. Mientras el Gobierno negocia con sindicatos y patronales lo imposible: que se coticen 38 años y medio para que se puedan quedar con la totalidad de la pensión que se merecen. Es decir, sobrepasar los 67 años trabajando cuando muchos a los 50 se han tenido que ir a casa. Es como si, en el caso de que un perrillo lo entendiese, usted dijese a ese Canelo que ya no tiene amo. Y mira que es fiel ese bicho de raza indefinida que se mete en la boca de las madrigueras, pero aún así se le obliga a que se baje del coche en mitad de la carretera o que se quede en esa era de la última montería para siempre. Sólo hay que ver esos animalillos de ojos tristes, aventados y escarmentados del amigo hombre perdidos por los pueblos de los cotos de caza. Sólo hay que observar qué hacen con su vida esos currantes de siempre, que trabajaron desde críos aunque el Gobierno se tape los ojos, y que aún no se acostumbran a la prejubilación; o a esos eres que aprueban los gobernantes, los mismos que siguen yendo de montería y pactan con los sindicatos retrasar la edad de jubliación. A veces muchos desearían convertirse en un simple perro. ¡Animalitos!
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo