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SIN CONCESIONES

Controlar a los controladores

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión06-12-2010

Parece un trabalenguas pero no lo es. En realidad, es una paradoja. Controlar al que controla resulta un contrasentido salvo que el controlador abuse de su posición dominante. Todo sistema requiere de un orden y unas garantías. Por ejemplo, la policía vela por la seguridad y los jueces garantizan el cumplimiento de la ley. Pero incluso hace falta alguien que vigile a los responsables de que el sistema funcione correctamente. Para eso ideó Montesquieu la separación de poderes. Porque cuando falla la cúspide o esta se vicia, aparecen la corrupción y el nepotismo. Son los mayores delitos que puede cometer un mandatario porque son el síntoma de que sus intenciones están podridas. Todos tenemos una pizca de controladores en nuestra vida: los padres son controladores de los hijos, los jefes son los controladores del trabajo, los hermanos mayores controlan a los pequeños, hasta en las parejas se produce un control recíproco. Así que antes de criticar al controlador, deberíamos mirar cómo ejercemos nosotros ese papel cuando la vida nos coloca en la faceta. En estos días, el controlador se ha convertido en una especie de demonio por su bloqueo indiscriminado al tráfico aéreo. Ha quedado demostrado que su labor es imprescindible y que eso les otorga un poder sobredimensionado que el Gobierno lleva meses tratando de regular. Incluso, no ha tenido reparos en decretar por primera vez en democracia el Estado de Alerta para garantizar el transporte aéreo. Puede que no hiciera falta llegar a tanto pero lo cierto es que, por una vez en seis años, Zapatero ha resuelto un problema de manera rápida y eficaz. Ojala siempre fuera así, aunque las formas empleadas superan con creces los límites de la prudencia, el dialogo, el talante, el pacifismo y la comprensión de los que presumía Zapatero antes de llegar a La Moncloa. Cuando Zapatero prometió el 14 de marzo de 2004 que el poder nunca le cambiaría, no imaginaba lo que le tocaría vivir. En seis años, ha enviado más militares al extranjero que ningún otro presidente, ha recortado derechos sociales que él mismo creo como el cheque bebe o la ayuda a parados de larga duración, ha bajado el sueldo a los funcionarios, ha congelado las pensiones, ha abusado del decreto ley como formula para legislar, ha desatendido multitud de mociones aprobadas por el Congreso de los Diputados y, para colmo recurre al Ejército a la hora de resolver el problema de los controladores aéreos. No son formas y menos aún para quien llegó a La Moncloa con la bandera de gobernar de otro modo. Quién le ha visto y quién le ve. Lo peor en su caso es que Zapatero, con Rubalcaba y Blanco a la espalda, gusta ser duro con el débil y tibio con el poderoso. Porque decreta el estado de alarma para reprimir a medio millar de trabajadores aéreos pero se cruza de brazos ante los abusos de las líneas aéreas con quienes se han quedado en tierra. Zapatero paga rescates a terroristas y luego impone la ley militar a los controladores. Zapatero reúne a los 37 empresarios mas grandes de España mientras ningunea a los autónomos. Ignora a los demócratas que no piensan como el, pero se pliega y arrodilla ante dictadores como Hugo Chávez o Mohamed VI. En resumen, los débiles y sumisos son fáciles de controlar. Lo meritorio es controlar a quienes se resisten e incluso desafían al sistema. Por eso hay que elogiar lo que el Gobierno ha hecho este puente de caos aéreo pero hay que criticar su inoperancia en tantas otras adversidades.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito