¿TÚ TAMBIÉN?
Lucha de clases
Por Álvaro Abellán
2 min
Opinión06-12-2010
Algunos autores definen la postmodernidad como la época en que el mundo se volvió del revés. Las viejas virtudes, por ejemplo, han mudado su significado la para justificar los pequeños vicios conservadores. Así, la prudencia no es ya la virtud que nos permite prever, elegir y ejecutar la mejor opción posible, de la mejor forma posible… sino la virtud de no meterse en líos y no comprometerse demasiado. Y al revés: la progresía, que ha olvidado sus ideales, ha encontrado en los viejos vicios la bandera de sus actuales reivindicaciones. El actual gobierno de España es un gran ejemplo de ambas cosas. No sólo usa las viejas virtudes para justificar sus pequeños vicios, sino que también abandera los viejos vicios llamándolos progresos sociales y nuevos derechos. En su afán por volver el mundo del revés, decidió en la primera legislatura dialogar con terroristas y llamar a Otegi “hombre de paz”… y se ha empeñado en la segunda legislatura en enviar el Ejército a combatir a los sindicatos, criminalizándolos con todos los recursos posibles. Es cierto que los controladores aéreos han sido los niños mimados de la democracia. Pero también que este gobierno los ha situado en una situación de indefensión tan grave que los ha enloquecido hasta que han perdido el norte. Quién iba a pensar que sería un gobierno de izquierdas el que aprobara las últimas medidas económicas… aunque seguramente todos sospechamos ya que ninguno de derechas hubiera tenido que enfrentarse a estos recortes si hubiera estado gobernando los últimos siete años. Con este panorama, no resulta extraño que un periódico más bien liberal-tradicional como Forumlibertas nos hable de la lucha de clases y se preocupe, en estos tiempos de crisis en el primer mundo, de los millones de personas que, aun teniendo trabajo, apenas son capaces de poder dar un sentido valioso a sus vidas. Parece que algún burgués con conciencia considera, en estos tiempos, que hay cosas peores que no tener trabajo, como es tenerlo y, aun así, o, precisamente por el tipo de trabajo que se tiene, no poder cumplir los propios sueños. O quizá es que alguno se ha dado cuenta del disparate y se le ha ocurrido poner las cosas del derecho. Recordar, por ejemplo, que la crisis económica es, antes que económica, una crisis moral. O que no es que nuestro sueño sea tener un trabajo, sino que trabajamos para poder cumplir nuestros sueños. Pero si no hay sueños que cumplir, o si el trabajo no nos sirve para cumplir nuestros sueños, que a nadie le extrañe que la gente no quiera trabajar. Sólo cuando las cosas están del derecho empiezan a tener sentido; y sólo cuando las cosas empiezan a tener sentido nos creeremos capaces de edificar, juntos ese lugar donde la vida se ensancha.
