ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Estado de alarma
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad05-12-2010
Quienes peinan canas se echan a temblar. La expresión da miedito. Por lo menos repelús, un temor indefinido, cierto tembleque. Lo del "estado de alarma" suena a memoria histórica en esta Iberia que se ha quedado sin alas. Como si al Dios Pegaso le hubiesen desplumado los apéndices superiores con agua caliente. El conflicto del Gobierno español con los controladores aéreos, y viceversa, ha convertido los aeropuertos en jaulas. ¿Para qué valen los mitos de cartón piedra, el carisma de fachada y el optimismo desmedido? En la España de las cifras del paro al alza, las clases de economía de una tarde y la improvisación gubernamental se matan las moscas con laca. Es la única forma de inmovilizar el vuelo de los pequeños a la vez que se mantiene incorrupto el peinado de quienes se preocupan más por salir guapos en la foto que de coger el toro por los cuernos. Pero ojo, que los toros cogen. Y esos repeinados modernos y casuales sí que parecen una plaga de insectos en pleno diciembre, con el frío que hace. Pero, curiosamente, una vez más el bicho grande se ha zampado al chico, y el estruendo informativo ha acallado muchas voces. No es para menos, también es verdad. Pero parece que otros problemas se han quedado pegados contra el gotelé con tanta laca. ¿De qué van a vivir quienes no reciban la ayuda de los 400 euros que ha eliminado el Gobierno? ¿Cuándo va a dejar de aumentar el paro? ¿Quién va a ayudar a las pequeñas empresas, que no tienen sitio en una reunión en la Moncloa? ¿Y Haití? ¿Ya no importa? ¿Acaso no interesa hablar de muerte digna ahora cuando en Olot un tipo ha decidido matar a abuelos con lejía porque decía que les daba pena? Ellos nunca pidieron morir. Lo dicho, que quienes pintan canas no dejan de temblar. Pobres gorriones.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo