ANÁLISIS DE DEPORTES
Alonso, un regreso ‘profético’
Por Alejandro G. Nieto
3 min
Deportes24-10-2010
A la margarita del Mundial de Fórmula 1 le quedan dos pétalos por deshojar y –quién lo hubiera predicho hace apenas unas semanas– Fernando Alonso está más cerca que nunca de conquistar su tercer título. Apartados de los puntos los Red Bull por obra del infortunio, la victoria del asturiano en el Gran Premio de Corea tuvo un cierto carácter profético, al suponer el regreso a la cumbre de un campeón que ha dado muchas vueltas por el desierto esta temporada, y también en las anteriores, para recuperar una posición que sólo visitó brevemente a principios del presente curso. Fernando Alonso comanda el campeonato a falta de dos carreras –Brasil y Abu Dhabi– con la autoridad de quien se sabe superior por talento y experiencia. Los meses de sufrimiento que vivió en sus dos últimos años en Renault y las desdichas pasadas a lo largo de la campaña actual con Ferrari han fortalecido la mentalidad del español, característica por la que siempre destacó de forma natural. Ninguno de los contendientes al título se ha embarrado a lo largo de su carrera en tantas batallas como Alonso, cuya veteranía le ha ayudado a minimizar sus errores en el tramo decisivo de la temporada para superar a quienes a lo largo del año le han mirado siempre por el retrovisor. El año que se presentaba como un paseo para los Red Bull, consagración definitiva de Adrian Newey como la mente más prodigiosa que ha visto la Fórmula 1, se puede convertir en el milagroso retorno de Ferrari a lo más alto gracias a un asturiano que ya puede ser reconocido sin vacilaciones como el mejor piloto de la actualidad. Nunca tuvo de su parte la lógica, que apuntaba con decisión a los pilotos de la bebida energética. Pero Sebastian Vettel y Mark Webber no han sabido aprovechar la patente superioridad de sus monoplazas. Un fallo en Turquía, un fiasco en Australia, otro en Corea… Puntos perdidos, bien por errores puntuales o bien por infortunio, que les sitúan cerca de un fracaso estrepitoso. Con 50 puntos por disputarse, el asunto, en buena ley, debiera ser cosa de Alonso y Webber, separados por apenas once puntos. Por su constancia son, sin duda, quienes más lo merecen. El primero por haberse batido como un perro de presa en claras condiciones de inferioridad. Y el segundo por haberse mantenido erguido pese a las trabas de su propio equipo, empecinado en favorecer a Vettel incluso si eso suponía quitarle al australiano su alerón delantero para que lo usara el alemán. Quien desde luego no se lo merece en absoluto es el teutón. Le sobran condiciones para ser campeón del mundo y seguro que lo logrará algún día, pero esta temporada ha ofrecido un nivel mediocre del que no le han rescatado ni los favores de su equipo. De haberse encontrado con semejantes facilidades, Alonso o Hamilton –no me cabe duda– ya serían ahora mismo campeones del mundo. Sin embargo Vettel se ha mostrado inseguro, precipitado e inmaduro, condiciones que no le hacen merecedor, de momento, del título de mejor piloto del mundo. Aún con posibilidades matemáticas están también los McLaren, aunque sólo Hamilton tiene opciones reales de alcanzar lo más alto. Para ello debería, eso sí, ganar las dos carreras que restan. Y tal hazaña parece ahora mismo una quimera. Los Red Bull tienen mucho a su favor en Brasil y Abu Dhabi, donde ya dominaron el año pasado. Una doble victoria de Webber le elevaría al trono independientemente del resultado de sus oponentes. Vettel necesita algo más que eso para proclamarse campeón y a Alonso, en cambio, podría bastarle con asegurarse el podio en ambas pruebas. No obstante, la experiencia de este curso enseña que cualquier cosa puede suceder, y parte de ese mérito, por cierto, hay que otorgárselo también al nuevo sistema de puntuación, una invención maravillosa. Brasil y Abu Dhabi, a buen seguro, brindarán un espectáculo único.
