SIN CONCESIONES
Un milagro para Zapatero
Por Pablo A. Iglesias
2 min
Opinión25-10-2010
Por muy laico que sea Zapatero en sus creencias religiosas, está a la espera de un milagro económico para que España salga de la crisis actual. Sólo así se entiende la remodelación de Gobierno que ha llevado a cabo a falta de poco más de un año para las elecciones generales. En lugar de rectificar la política económica de esta legislatura, ha cambiado la cara y la voz del Ejecutivo para tratar de mejorar su imagen. No significa que Alfredo Pérez Rubalcaba vaya a tomar decisiones más acertadas que María Teresa Fernández de la Vega, es simplemente que dará una mejor impresión a los ciudadanos. Rubalcaba es el santo al que se aferra el presidente del Gobierno para mantenerse en el poder hasta el final del mandato y tratar de llegar con opciones de victoria a las siguientes comicios. Todos deseamos y buscamos un milagro en algún momento de nuestra vida, con independencia de la fe que cada uno profese. Con frecuencia pedimos una señal divina que resuelva por nosotros un problema que nos da miedo afrontar o para el que creemos no tener fuerzas. A veces, como le ocurre a Zapatero, anhelamos una respuesta llegada del cielo mientras nos cruzamos de brazos y no ponemos nada de nuestra parte por resolver aquello que nosotros mismos hemos provocado. Son sus errores y prejuicios ideológicos los que han dejado sin trabajo a más de dos millones de personas. Es esa misma actitud la que le hacía no escuchar los consejos de Pedro Solbes hace un par de años y los que le llevaron a cesarle a principios de 2009. Quitó al mago de las finanzas y colocó a la inexperta Elena Salgado por el mero hecho de que acataba sus órdenes sin rechistar. Los milagros ocurren a menudo delante de nuestros propios ojos y no somos capaces de verlos porque la mirada no está suficientemente limpia o preparada para asumir lo que viene del más allá. Zapatero ni siquiera es capaz de reconocer el descontento ciudadano y por eso quiere prohibir por ley los abucheos. Lo fácil es hacer que la gente desaparezca, así se tapan las consecuencias pero el problema de fondo permanece igual. Cuando hace año y medio hablaba del final de la crisis y de la aparición de los primeros brotes verdes, algunos pensaron que Zapatero había obrado el milagro. Pero el tiempo ha demostrado que no es así. Los milagros sólo ocurren cuando realmente se cree en ellos. Hay que desearlos con fuerza y pedir a algún santo que intermedie para que se hagan realidad. Rubalcaba es capaz de hacer milagros políticos pero no es precisamente un santo. Es difícil que obre el milagro que espera Zapatero. Cree que su problema es de imagen pero, en realidad, es de credibilidad. Los ciudadanos han perdido toda la fe en sus palabras y sus políticas. Ya no le pedimos un milagro porque sabemos que no es capaz de obrarlo. Además, los verdaderos milagros los queremos para otras cosas más importantes.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito