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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Experiencias humanas

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad03-10-2010

La realidad supera la ficción y se presenta así, cual bofetada. Al ver The human experience (Experiencia humana) uno puede reflexionar sobre un conjunto de imágenes hilvanadas por la vida misma, pues está basada en hechos reales. Es la de dos hermanos que prueban distintas experiencias para sentirse más vivos que nunca: vivir con los sintecho, cuidar de niños discapacitados, hablar con una tribu africana de leprosos... Tras ver esta película uno puede tomar varios caminos, como limpiarse las lágrimas y zamparse una hamburguesa o pasar página y quedarse con lo anecdótico. Hay otras opciones, claro, pero algunas duelen tanto o más que las bofetadas. Pero si se hace sólo un poco de caso a una de las varias grandes frases que se intercalan entre los fotogramas de esta película quedan pocas opciones, o una: ser persona y, como tal, libre. Vamos, dicho de otro modo, mojarse, entrar al trapo, hacer lo que uno tiene que hacer, anteponer el deber que impone la conciencia del ser humano a la irracionalidad, las comodidades y el egoísmo. "La última de las libertades humanas es la capacidad de elegir una actitud". Algo así se atribuye en esta cinta a Victor E. Frankl, un hombre cuyo libro (El hombre en busca de sentido) debería estar en la mesilla de noche de muchos, presidentes de gobiernos incluidos y presuntos periodistas también. Habrá a quien no le guste The human experience, que le parezca insulsa, cursi, sentimentalista. Le dará grima por la repetida presencia de elementos religiosos, del dolor, del sinsentido de la felicidad en medio del sufrimiento -últimamente citar a Dios es como mentar al mismísimo demonio-. Pero ¿y si la realidad supera la supuesta ficción? Si, casualidades de la vida, se sale de la sala de proyecciones y pocos minutos después la propia vida del espectador acaba dando un vuelco, no podrá más que acordarse de que en realidad hay muy pocas cosas importantes y que hay bofetadas para todos. Por lo tanto, sólo queda elegir una actitud. ¿Qué más da que los calcetines no queden bien con los zapatos, que el coche no sea el último modelo y que uno salga de casa sin perfumar? El ser humano está hecho para tener esperanza, no vivir desesperanzado, agobiado, cabreado, se llega a decir en una escena de The human experience. Y bien es verdad que eso está muy relacionado con la actitud que se elige cuando la vida, la propia que vive uno mismo, da ese gran vuelco. Es entonces cuando algunas bofetadas parecen meras caricias y la realidad supera la ficción. Es la hora, una más, de la experiencia genuinamente humana.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

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