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SIN CONCESIONES

El porqué del sufrimiento

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión27-09-2010

Dos de las personas a las que más quiero están pasando momentos dífiles en su vida. Distintos problemas, distintas razones. Pero hay un elemento común en ambos: el sufrimiento. Puede ser físico o mental, pero cuando el dolor aparece nos sentimos más pequeños. Nuestra edad o fortaleza muscular sirven de poco cuando algo nos atormenta. Aparece la debilidad y la desconfianza se convierte en una amenaza. Desconfianza en uno mismo o desconfianza en los demás, no importa. El efecto es igual. Empiezan las dudas y eso nos provoca todavía más sufrimiento, aunque sea inconsciente. Los seres humanos huímos del sufrimiento porque anhelamos ser felices. Creemos que es la antítesis del fin que buscamos, pero no es cierto. El sufrimiento es antónimo de placer. En muchas ocasiones, la felicidad está a la vuelta de una enfermedad o de un problema laboral. La adversidad nos hace sentirnos débiles pero ante ella solemos hacernos los fuertes. Nos enseña lecciones valiosísimas si estamos dispuestos a aprender de los malos momentos. Nos muestra el camino para llegar más lejos si tenemos los ojos suficientemente abiertos. Nos recuerda cuáles son las cosas que realmente importan. Nos ayuda a aprender de nuestros errores y de los de los demás. Nos motiva a ser un poquito mejores, a superar nuestras metas anteriores y a alcanzar retos que antes creíamos inexpugnables. El sufrimiento está considerado un lastre, pero en verdad puede ser el motor para ser más grandes. Una profesora me enseñó en la universidad cómo vencer al sufrimiento: "Nunca te preguntes por qué sufres, jamás encontrarás la respuesta y sólo te hundirás en el problema. Piensa para qué sirve ese sufrimiento y aprenderás a superar aquello que te inquieta". En la Biblia descubrí que siempre hay alguien en peor condición que nosotros y, sobre todo, que no deberíamos quejarnos porque Otro sufrió mucho más en el calvario hasta ser crucificado. Todo sufrimiento es pasajero en la vida, excepto la muerte. Pero hasta el final de nuestra existencia deja de ser un problema cuando asumes el para qué de ese trance. En el resto de situaciones que te hacen sufrir, cuando las superas entiendes también el porqué de aquel sufrimiento. Entonces, incluso das gracias porque la adversidad te permitió aprender, te hizo crecer, te hizo ser mejor. Pero en todo sufrimiento hay una condición indispensable para superarlo: la actitud. Hace falta determinación y fe en uno mismo. Hay que querer y querer es poder. Oliver Goldsmith lo definió muy bien en el siglo XVIII. Era un médico y escritor irlandés que, por su carrera profesional, tenía mucho que ver con las dos personas a las que quiero y están sufriendo. Suya es una frase que me impactó en la juventud y que hace años que asumí como lema para la vida: "Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos".

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito