Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ECONOMÍA

210 millones mano sobre mano

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía05-09-0110

Las cifras que maneja el Fondo Monetario Internacional (FMI) revelan que 210 millones de personas en el mundo no tienen trabajo. Casi cuatro millones están en España. Visto en términos generales, da muchísima rabia que se estén perdiendo 210 millones de potenciales sólo porque el sistema económico que nos empeñamos en no corregir no es capaz de ofrecerles su hueco. Son 30 millones más que cuando comenzó la crisis. Y Estados Unidos y España se han llevado la peor parte. En España, el paro volvió a subir en agosto, en pleno verano. Ya ni la contratación en hostelería y oficios de temporada puede restañar la sangría de la crisis. El FMI recomienda que se rebaje la protección a los contratos fijos para que no sea tan atractivo abusar de la contratación temporal. Pero obcecarse y pensar que la solución no va más allá de reducir las coberturas sociales y las ventajas de un empleado normal y corriente es un tremendo error. Por más que se rebaje la protección, si un empresario no lo necesita o no tiene perspectivas para ampliar su negocio, no contratará. No se trata de poner un parche para reducir el paro porque sí si esto apenas va a servir para crear una red de subsistencia con menos resistencia que un hilo. Una buena reforma laboral, además de centrarse en aclarar los tipos de contrato y en crear una figura aceptable para empresario y trabajador, debería ir hacia bases más profundas de nuestra sociedad, hacia un estudio de nuestras fortalezas como ente económico para potenciarlas y favorecer a los emprendedores que quieran explotarlas. Si no tomamos este camino, mucho tardaremos en salir de este panorama de subsidios de desempleo en retroceso, mileurismos, inestabilidad y una burbuja inmobiliaria que no acaba de pincharse gracias al poder de los bancos y que arrastra, como una corriente, a casi todo el que intenta salir a la orilla.

Fotografía de Gema Diego