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ANÁLISIS DE ECONOMÍA

La crisis que toca a su fin

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía11-07-0110

He pasado tres días rodeada de miembros del Consejo Económico y Social (CES) en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre La situación socioeconómica y laboral de España. Y en mi saco de experiencias me he traído la sensación de que la percepción generalizada, al menos entre este grupo de sabios es que la crisis ya está terminando, que ya se ha tocado fondo y, aun con reservas, lo que está por venir es mejor de lo que ya hemos pasado. Sin embargo, el discurso generalizado en este encuentro se ha centrado también en la necesidad de hacer reformas, de cambiar para no perder los logros que se han conseguido gracias a décadas de trabajo. Reformas en la edad de jubilación y en la base de cotización para poder seguir pagando las pensiones en 2050, cambios en la estructura de las empresas para ajustar su tamaño a la demanda real, y hasta modificaciones en la legislación laboral. Aunque la conferencia sobre este último extremo no me aportó mucha luz -lo único que saqué en limpio acerca de la postura de Jesús Cruz, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Sevilla, es que se necesita fomentar el arbitraje para no judicializar los conflictos laborales-, estoy segura de que en este ámbito hay mucha tela que cortar para conseguir disminuir las mastodónticas cifras del paro sin que se toquen los derechos de los trabajadores. Y no se trata de arbitrajes, ni de días por año trabajado para compensar despidos, procedentes o improcedentes, sino de unificar una serie de figuras contractuales y unas técnicas para afrontar los malos momentos en las empresas que han empapado nuestro sistema económico desde hace décadas. La guinda al curso la puso una mesa redonda sobre la energía en la que los participantes se mojaron para poner subrayar la importancia de no recular en la producción nuclear si queremos asegurar la estabilidad de nuestro suministro; y el hecho fundamental de que estamos muy mal interconectados con Europa, y que es perentorio tupir la red de conexiones para aprovechar y no perder la producción de energía renovable. De todo esto, me quedo con que en 2050 es posible acabar con las emisiones de dióxido de carbono en Europa, con que es posible arreglar todo este desaguisado y seguir convirtiendo nuestro país en el mejor lugar para vivir. La pelota está en el tejado de los políticos y en que se deje de gobernar y de hacer oposición pensando en el horizonte de una legislatura: hay que pensar en nuestro futuro y en el de nuestros hijos y nietos.

Fotografía de Gema Diego