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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Pierden todos con el Estatut

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España05-07-2010

Pierden todos. Pierde Montilla tal y como bien se está encargando de pregonar. Aunque bien es cierto que su reacción de damisela mística agraviada era de esperar. El PSC practica en Cataluña con el permiso de PSOE ese nacionalismo disfrazado de socialismo cuyo combustible es siempre el victimismo. Y en esa estrategia vale más un Estatuto muerto que vivo. Pierde el PP también porque, si bien el TC les ha dado la razón en cuestiones claves como el uso del catalán, la Justicia o el término nación, la inmensa mayoría de los artículos recurridos han pasado el corte. Además, con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, este discurso a los populares no les va a ayudar a sumar votos. Pierde también Zapatero porque si su idea al promover este invento era aplacar las ansias soberanistas de su partido y sus socios en Cataluña, al final lo único que ha logrado es más tensión que antes y un resultado con el que nadie está satisfecho. Pierde el Tribunal Constitucional -y por consiguente todo el Estado- porque la imagen que ha dado durante todos estos años ha sido sencillamente vergonzosa. Qué decir de esa clase política que, lejos de facilitar el trabajo, ha tratado de controlar siempre sus decisiones. Pierden los catalanes porque una vez más van a sufrir una campaña electoral en la que nadie se preocupará por sus verdaderos problemas, perdidos de nuevo en cuestiones identitarias. Ojalá lo del Estatut hubiese sido tan fácil de solucionar como lo de recurrir a la teconología ante las jugadas polémicas como se pide ahora para erradicar los errores arbitrales en el fútbol. Sus señorías han tardado cuatro años en tomar una decisión, han dudado demasiado, se han dejado presionar y su demora injustificable ha contribuido a generar una crispación y una desconfianza que se les volvió en contra. Al final, como los malos árbitros, han tratado de compensar con un fallo que gustase a todos. Sin embargo, no han terminado de convencer a nadie. Si les quedase algo de responsabilidad a todos, esta lección debería servir para aprender de los errores. Asumir que el poder legislativo y el judicial no deben ir ni juntos ni revueltos y que los órdagos en política no suelen ser una buena solución, ni siquiera cuando se está en la oposición. Sobre todo cuando, como se ha demostrado, lo que estaba en juego era mucho más que un puñado de votos.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio