ANÁLISIS DE ESPAÑA
El momento de las víctimas, no de Batasuna
Por Alejandro Requeijo2 min
España28-06-2010
Lo mínimo que se le puede pedir a alguien cuando organiza un acto de homenaje a las víctimas del terrorismo es que se lo crea. Y este detalle no es baladí. Por desgracia, el trato a las víctimas en España ha pasado por distintas fases. Han sufrido desde el vacío más absoluto (“algo habrá hecho”) o el apoyo exagerado, impostado, hasta interesado. Sí, también ha habido momentos de apoyo sincero, pero no han sido suficientes. Lo demuestra el hecho de que este homenaje estuviese precedido de un escrito de las principales asociaciones pidiendo el fin de cualquier intento de volver a una negociación con los terroristas. Eso va por Eguiguren. Y por todos los que crean como él que entenderse con Batasuna es el camino para cerrar 50 años de odio sin que, como parece, los asesinos y sus cómplices estén dispuestos a dar nada a cambio. La relación que tiene la clase política con este trocito tan importante de su Historia reciente como son las víctimas es como la del nieto con ese abuelo al que nunca le hace el caso suficiente a pesar de su experiencia y su conocimiento. Por todo eso, la primera edición del día de las víctimas del terrorismo podría considerarse como un éxito. Por primera vez en la democracia, el Congreso de los Diputados abrió sus puertas para recordar el primer atentado de ETA hace ahora 50 años, una niña de 22 meses. De entrada, un hemiciclo que acostumbra a presentar un estado famélico hasta en los días de Pleno, que un domingo estuviese plagado de diputados es todo un logro. Algo digno de reconocer. Tan sólo habría que poner dos puntos negros: que sólo hubiese un presidente autonómico (el lehendakari Patxi López), y el elevado número de escaños vacíos en la fila del Gobierno (hasta ocho). Pero de nada hubiese servido todo esto si luego a la hora de la verdad, en el capítulo de los mensajes, los protagonistas hubiesen demostrado no creérselo. Y entonces salió Bono como telonero punk del Rey para marcar el tempo de un acto histórico. Lo hizo disfrazando un discurso institucional en toda una declaración de intenciones y con numerosas alusiones a la actualidad. Un discurso de esos que huyen de los lugares comunes para ir a lo concreto, caiga quien caiga. “Ambigüedad cero”, es “absolutamente imperdonable" cualquier indicio de permisividad hacia los entornos del terror, en la lucha antiterrorista "no caben los tibios", hay que castigar "severamente" al político que pise la línea roja... Luego todo esto lo refrendó el Rey -aunque con otro estilo- apelando al deber de la unidad y al Estado de Derecho como instrumento para acabar con el terrorismo. Pero todo esto es sólo teoría, lo que importa es la práctica. Queda dicho, quien se dé por aludido o no esté de acuerdo, que de un paso al frente. O que se calle para siempre.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio