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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

El mazo que se cierne sobre las cabezas

Fotografía

Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura2 min
Internacional30-05-0110

Lo que está ocurriendo en la península coreana recuerda al mazo que se cierne sobre las cabezas de las víctimas y que nunca se sabe cuándo va a golpear. Se acaba viviendo con ello, pero siempre con la incertidumbre ya que quien maneja el mazo es totalmente imprevisible. En este caso, Corea del Norte es quien posee el mazo desde hace décadas y Corea del Sur, uno de los que más sufre las consecuencias. Ambos países se encuentran técnicamente en guerra después del conflicto fratricida de los años 50 del siglo XX que acabó dividiéndolos y creando una de las fronteras más militarizadas del mundo. Las relaciones entre las dos Coreas se han enturbiado considerablemente en las últimas semanas. El detonante ha sido el hundimiento de un barco militar de Corea del Sur. La investigación apunta a que la tragedia fue consecuencia de un torpedo lanzado por sus vecinos del Norte. El régimen norcoreano, encabezado por el dictador Kim Jong-il (heredó el cargó de su padre Kim Il-sung), ha proferido todo tipo de amenazas bélicas y de desafíos hacia el Ejecutivo surcoreano. Esta actitud es la habitual en el régimen totalitario y represivo de Kim y la adopta cuando necesita algo de la Comunidad Internacional. Tensa las relaciones a cambio de conseguir ayuda o alimentos que le permitan mantenerse en el poder (la población norcoreana vive aislada del exterior y en condiciones de gran pobreza). Siempre es la misma historia y la cuestión es que a Corea del Norte se le ha ido dando carrete y cada vez necesita más y, por tanto, sus desafíos son mayores. El problema ha ido creciendo (Kim ha desarrollado hasta armas atómicas) y el tiempo corre a favor del Gobierno norcoreano. Si en su día se hubiera actuado antes, ahora no se produciría esta situación, pero en la Guerra Fría, los norcoreanos se aliaron con el comunismo y los surcoreanos con Estados Unidos. Rusia y China han sabido adaptarse a las relaciones internacionales de las últimas décadas y muestran signos de hartazgo ante la postura de Corea del Norte. Sin embargo, el potencial militar norcoreano es tan grande que, a estas alturas, casi es más conveniente esperar a que fallezca Kim Jong-il y esforzarse por lograr una transición hacia el respeto a las reglas de juego. En la actualidad, una intervención militar sería muy cruenta y está descartada salvo que el régimen de Corea del Norte quiera tensar tanto la cuerda que acabe por romperla. Algo que, salvo sorpresa, no ocurrirá porque Kim Jong-il no es tonto.

Fotografía de Isaac Á. Calvo

Isaac Á. Calvo

Licenciado en Periodismo

Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación

Editor del Grupo AGD