SIN CONCESIONES
No soporto a Belén Esteban
Por Pablo A. Iglesias
3 min
Opinión03-05-2010
Esta es mi particular declaración de intenciones. Estoy harto de encender la televisión y encontrar a todas horas a la misma persona. No es que quiera variedad. Lo que me gustaría es un poco de nivel intelectual y de buena educación en los medios de comunicación. Vivimos en el país de lo cutre, la incultura, lo zafio y la mediocridad. Estamos acostumbrados a que la pequeña pantalla nos ponga como ejemplo a lo que nunca debería serlo. La gente suele acabar adorando a personajes de la vida pública que no ofrecen nada más allá de su propia aparición estelar en la televisión. Nos parecemos al pueblo judío que, a los pies del monte Sinaí, fabricó un dios de oro que venerar mientras Moisés recibía las tablas de la ley con los diez mandamientos de manos de Yahvé. Aquí se convierte en icono social a los iconoclastas. Lo de menos es que los niños quieran parecerse de mayores a futbolistas endiosados como Cristiano Ronaldo o Messi. Ellos se fijan en atletas, deportistas que se esfuerzan en cada uno de sus partidos, que cuidan su estado físico y que luchan por ser mejores. Ahí tienen un modelo de superación. El problema lo tenemos los adultos. Hace una década se envidiaba a los especuladores y maestros del pelotazo, capaces de ganar grandes cantidades de dinero en poco tiempo a costa de esprimir a los demás. Como consecuencia de aquello, así está la economía. Todavía era peor en la década de los 90, cuando el referente a seguir por la juventud era el banquero Mario Conde, que a los pocos años acabó en prisión por sus estafas. Eso sí que era un modelo... de lo que no hay que hacer. Igual que Belén Esteban. Somos tan irracionales y analfaburros que nos distraen con lo superfluo e irrelevante. Los sindicatos montan una protesta para defender al juez Garzón y luego apenas se quejan por los 4,6 millones de personas sin trabajo. Otra: cuando en un concurso de baile, el público prefiere a quien más grita en lugar de a quien mejor se mueve, es que tenemos un grave problema de criterio. Luego ocurre lo que ocurre cuando llegan las elecciones y lo que está en juego es algo bastante más importante como la Presidencia del Gobierno. La mayoría se fija más en la sonrisa y las manos que en las palabras y los compromisos programáticos. Así nos va ahora mismo. ¿Qué puede esperarse de un país que prefiere ganar 420 euros sin trabajar que tener un empleo para ser mileurista? Si todavía fuera una cuestión de dignidad, pero en realidad es vaguería y comodidad. Así es como cada vez se cuelan más y más setas en los programas de televisión, de esas que intentan vivir a la sombra de algún famoso. Parecemos haber olvidado que Belén Esteban saltó a la fama por su romance con el torero Jesulín de Ubrique. ¿Qué clase de mérito tiene? Hay miles de personas que todos los días se dejan la piel estudiando y a los que nunca se les encumbra pese a su esfuerzo. Hay gente que no para de trabajar para alimentar a su familia. Hay quienes renuncian a todos los privilegios para cuidar a los suyos. Y hay los que abandonan su propia vida para atender a los más necesitados. Esos deberían ser nuestros iconos, nuestros referentes, nuestros modelos sociales, nuestros héroes. Esos deberían acaparar nuestra atención.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito