Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Otra sinvergonzonería de la CEOE

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía13-03-2010

No tuvieron bastante con sugerir un degradante contrato para jóvenes. Por lo visto, todavía no se le ha caído a la CEOE la cara de la vergüenza, porque después han vuelto a la palestra con otra propuesta para salir de la crisis: reducir los salarios por persona y hora. Me pregunto si su intención, con todo este rosario de barbaridades, no será intentar soliviantar a los trabajadores y asustarlos con orejas de lobo asomando. De este modo, cuando se les proponga un mal menor, éstos aceptarán encantados con tal de no tener que entrar por aros tan humillantes. De momento, tan sólo cabe mandar a la CEOE a freír espárragos con su brillante creación, pensada para hundir a España en el subdesarrollo en vez de empujarla hacia la referencia de los vecinos europeos, que tanto parecen alabar de boquilla estos empresarios que aún mantienen al frente de la patronal a un individuo que no pagó a sus trabajadores durante meses. Una reducción de salarios sólo serviría hundir el consumo en todos los sectores que no sean netamente básicos, lo que generaría todavía más paro. Además, teniendo en cuenta el elevado porcentaje de mileuristas (y de novecientos, ochocientos y setecientoseuristas), la rebaja supondría sumir en niveles cercanos a la pobreza a ni se sabe el número de trabajadores. Este sistema de salarios escasos tan sólo es bueno para competir en mano de obra intensiva con otros países, logrando una elevada producción que exportar tirando los precios por los suelos. ¿No habíamos quedado en que nuestro camino hacia el desarrollo y la recuperación de la economía pasaba por la calidad, y no por equipararnos a la Europa del este y a China? ¿A santo de qué vamos ahora a tirar a la basura todo lo ganado? Hay cierta clase empresarial anclada en sistemas de trabajo arcaicos y que no es capaz de aprovechar todo el potencial que le ofrecen, en sus mismísimas narices, sus empleados, y que muchos de ellos están desperdiciando en puestos y con funciones por debajo de su preparación. Lo que pasa es que no hay agallas para cambiar y, lo que es peor, no las hay para considerar a los trabajadores como a iguales que, si no se quedaron con los beneficios de etapas anteriores, no deben ahora pagar el pato de la crisis para que los cargos de sueldos elevados mantengan sus prebendas. El día en que todos comprendamos que, por encima de engranajes económicos, quienes viven en un país son personas que tienen que existir dignamente, y no mano de obra de usar y tirar sin sangre ni venas, las empresas serán mucho más humanas. Y en ellas se pasarán menos horas, se trabajará menos y se producirá más y mejor.

Fotografía de Gema Diego