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ANÁLISIS DE ECONOMÍA

De clases y sinvergüenzas

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía07-03-2010

Me da miedo que, con la crisis como excusa, comiencen a vomitarse públicamente las ideas más abyectas con total impunidad. Yo pensaba que a todos los españoles se les caería la cara de vergüenza tan sólo con que se les pasara por la cabeza, de puntillas, poner a trabajar a cualquiera sin derechos, protección social y con propina en vez de salario. Quizás me argumenten que eso ya existe; sí, hay quienes se aprovechan de los inmigrantes ilegales y los exprimen como si no fueran humanos; eso se llama explotación y hasta esclavitud, no trabajo. Hay también becarios que se dejan la piel por cuatro duros y gratis; pero eso, por muy injusto que nos parezca el método, se llama beca, no contrato. Y lo grave es que a la última propuesta de la CEOE la quieren denominar contrato. A veces parece que ser joven supone arrastrar con uno mismo etiquetas y precariedades tan sólo por la por la edad. Dicen que los jóvenes somos maleducados, que no nos interesa la cultura, que somos unos borrachos, que carecemos de valores; también, por ser jóvenes y no tener cargas familiares parece justo pagarnos cuatro duros por nuestro sudor diario, a pesar de todos los títulos, másteres y cursos que llevemos en nuestro bagaje. Finalmente, se nos culpabiliza: nos quedamos en casa de nuestros padres hasta los 40, somos unos vagos que saltamos de empleo temporal a empleo temporal, nos faltan agallas para formar una familia. Los mismos que proponen esa legalización de la esclavitud encubierta para los jóvenes son los que siguen pensando que en el mundo aún hay clases. Que a ellos les ha tocado la tostada que siempre cae con la mantequilla hacia arriba, que son superiores y se merecen todos los privilegios. Y los demás, sobre todo cuando se trata de los jóvenes, da igual. Ellos deberán sacrificarse para que a la clase superior no le afecten las crisis ni el roce de un pestañeo. Me asusta que ahora personajes de esta calaña manifiesten sus formas de ver el mundo a tumba abierta, sin ningún tipo de autocensura. Y que estos mismos individuos vayan a negociar medidas para acabar con esta crisis que nos está chupando la sangre. Si no era suficiente con mantener como líder a un presidente que dejó de pagar a sus empleados y mandó a la quiebra a su empresa sin ningún tipo de compasión, con estas propuestas descabelladas ya hemos visto cómo se quitaban la careta. Y yo, por lo menos, no quiero que dirijan mis ilusiones y mi futuro.

Fotografía de Gema Diego