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ANÁLISIS DE ESPAÑA

No son ni-nis, son asesinos

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España22-02-2010

Ya no leen a Arana, prefieren fumarse unos porros. Ya no llevan su militancia en la intimidad, sino que van por ahí alardeando ser de ETA. Les gusta vivir en casa de la amatxo (mamá), disfrazarse en carnaval y emborracharse con sus kolegas de talde mucho más que eso de coger el saco de dormir y pasar días en el monte en la clandestinidad. Defienden la oficialidad de la selección vasca, pero luego son incapaces de reprimir la tentación de enfundarse la roja para hacerse fotos con sus amigos y compartirlo con todo el mundo. Hasta ahora se sabía que algunas empresas empiezan a consultar Facebook y otras conocidas redes sociales de Internet para completar o descartar a sus aspirantes. Lo que se desconoce es si la banda empezará hacerlo también a partir de ahora para curarse en salud. Amén de los éxitos policiales -2010 registra un detenido cada dos días-, todos los detalles anteriores evidencian el proceso decadente que atraviesa la banda. Hay a quien incluso le pueda hacer mucha gracia, pero cuidado, que nadie caiga en el error de subestimar a ETA. Y no sólo porque matar siga siendo fácil y la banda cualquier día pueda actuar. Históricamente el sentimiento de la sociedad española hacia los terroristas ha sido una mezcla entre miedo, respeto y asco. No sería recomendable, práctico inteligente que esa reacción que durante tantos años de lucha ha mantenido alerta a tanta gente degenere ahora en una reacción de burla o mofa ante una banda de criminales. Por muy torpes que sean, siguen siendo eso, asesinos. Si mi padre hubiese sido asesinado por ETA, preferiría que la sociedad le tuviese como víctima de una banda terrorista y no de un grupo de ni-nis de gatillo fácil. Absurdo consuelo, puede pensar alguien. No tanto. El efecto más inmediato de hasta que punto perderle el respeto o el miedo a ETA es un error está en los pasos que esboza la izquierda abertzale. Nadie mejor que ellos para saber el estado en el que se encuentran sus jefes. Quizá por ello estén tan empeñados en demostrar su intención de desmarcarse de la banda (sin atreverse a ello). Ahora es muy fácil desvincularse de los pistoleros. Justo cuando dejan de resultar rentables. Batasuna sabe que si ETA deja de meter miedo, ellos son los primeros en desaparecer. Por eso quieren aprovechar su último tren. Pero que quede claro: ETA no está débil porque Batasuna pase de ella. Es al revés. Como ETA ya no asusta, la izquierda abertzale busca resquicios para rentabilizar tantos años de cobardía. Pero, sobre todo a largo plazo, desnudar el respeto a ETA es desnudar la lucha y la grandeza de sus víctimas. El único final digno para esta historia sólo puede acabar de una manera después de 40 años de víctimas y verdugos. Con vencedores y vencidos.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio