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SIN CONCESIONES

Ridículo tras ridículo

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión09-11-2009

Todo comenzó con el secuestro del Playa de Bakio. Fue el primer pesquero español secuestrado por piratas somalíes. La tripulación estuvo más de una semana retenida hasta que se pagó el rescate y el Gobierno los trajo de vuelta a casa en el avión de Moratinos. El silencio pronto dio paso al olvido. Cuando un senador del PSOE reconoció en sede parlamentaria que el Gobierno había pagado parte del rescate nadie le dio importancia. Pocos prestaron atención al problema a pesar de que el Partido Nacionalista Vasco advirtió del peligro de faenar en el océano Índico y pronosticó que, antes o después, habría otro secuestro. Y así pasaron los meses hasta que la historia volvió a repetirse. Aquello fue el 2 de octubre, hace más de un mes. El barco secuestrado era el Alakrana. Todo el mundo conoce ahora la historia de estos pescadores españoles. Pero ha pasado más de un mes sin que apenas se les prestara atención. Al parecer, era lo más conveniente. El Gobierno pidió discreción desde el primer momento. Las familias y los medios de comunicación acatamos aquella súplica. Pensábamos que así se resolvería antes el secuestro. Cuando la ministra Carme Chacón mandó a la fragata Canarias a perseguir a los piratas, cabía presagiar una intervención militar de rescate. Pero no fue así. Para eso tiene que dar la orden Zapatero y ya sabemos que el presidente del Gobierno cree que los soldados son hermanitas de la caridad que trabajan por la paz y jamás empuñan un arma. Así se puso en marcha la táctica de la negociación. Un equipo de los servicios secretos se marchó a Somalia para entablar conversaciones con los secuestradores pero resultaron tan nefastas con los diálogos para la paz que Zapatero practicó con la banda terrorista ETA durante la última tregua. Este Gobierno es experto en negociar con pistoleros y dar la espalda a los ciudadanos que se manifiestan democráticamente. La historia tomó tintes surrealistas cuando el juez Baltasar Garzón extraditó a España a dos piratas capturados. Uno fue directo a prisión pero el otro ha vivido un auténtico calvario, impropio de una Justicia moderna, al recorrer un via crucis de juzgados por las dudas de que fuera menor de edad. El Gobierno negó que los dos piratas detenidos formasen parte de la negociación pero el tiempo y el valor de las familias de los secuestrados han dejado al descubierto las mentiras de Zapatero, De la Vega y Chacón. No se puede hacer peor. Quedarse de brazos cruzados sólo da ventajas al adversario, que ha manejado a las autoridades españolas como a marionetas. El ejemplo es nefasto. Los piratas han aprendido lo fácil que es jugar con España. Peor aún es que otra clase de terroristas -etarras o islamistas- puedan tomar nota de la lección.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito