EL REDCUADRO
No me río de Janeiro
Por Antonio Burgos3 min
Opinión05-10-2009
Esto de «Me río de Janeiro», como tantos y tantos golpes de gracia, es un hallazgo de Cádiz. Todos los veranos, desde hace muchos años, en el Teatro Pemán se celebra un festival de agrupaciones carnavalescas que se titula así: «Me río de Janeiro». Pero hoy toca todo lo contrario, no reírse de Janeiro, sino no llores por mí, Argentina, digo, Madrid. Quien tiene que alegrarse más es Ubrique. Le han dado los Juegos Olímpicos del 2016 a una ciudad que se llama como Jesulín. Sólo que Río, y mejor para ellos, no tiene marroquinería en crisis por culpa de los chinos, ni la rastra de La Campa, La Jesulina, Carmen Bazán, la tía Lali, el hermano Víctor y el Tigre de Ambiciones. El anuncio de que la Olimpiada le iba a tocar al cacao maravillao de Río de Janeiro no lo hizo el presidente del COI en esa especie de final de Eurovisión sin José Luis Uribarri que se montaron en Dinamarca. El anuncio lo hizo la genial Belén Esteban. Comentó alguien en su programa: — Va a ganar Río... Y la de San Blas, lista como el hambre, rotunda en sus frases, preguntó: — ¿De Janeiro? Huuuuuuuuuum. Una vez más, la nominada Voz del Pueblo dijo por esa boquita lo que pensaba media España. España pone ahora la misma cara de asco que la Esteban, sólo que sin fondo jesulinesco: — ¿Río de Janeiro? Huuuuuuuuuum. Era de todo punto lógico que no saliera Chicago, por mucho que llegara Obama con su canción del colacao y con intención de arrasar. ¿Cómo va a salir una ciudad que escoge el amarillo como color? ¿Cómo va a salir Chicago, si la mujer de Obama, la Obamesa, subió al escenario completamente vestida de amarillo, con el mal bají que da el amarillo, mucho más que los minutos de silencio, oh Morante? Me temía que Chicago se tomara con Madrid la revancha de lo que ocurrió cuando la Expo del 92 y ya nadie recuerda. Cuando aquella Exposición Universal, estaban nombradas Sevilla y Chicago. Chicago se retiró y Sevilla siguió adelante. Ahora, pensaba yo, Chicago podía tomarse la revancha contra Sevilla en el sueño olímpico de Madrid. No pudo ser así, y todo es por culpa del amarillo. El amarillo sólo abandona el mal fario cuando lo viste el Cádiz y Manolito Santander le canta el himno oficioso: «Me han dicho que el amarillo/está maldito/pá los artistas,/y ese color sin embargo/es gloria bendita/para los cadistas». Pero insisto en que no me río de Janeiro porque para una vez que nos unimos todos contra algo, como no nos unimos contra el terrorismo, como no nos unimos contra el paro, como no nos unimos contra la recesión, viene Jesulín, digo, Río de Janeiro y nos gana. En vez de la frustración que ahora hay por los Madriles, ¿no sería mejor que se aprovechara ese hombro con hombro para hacer la olimpiada de acabar con el paro, de dejar de despilfarrar el dinero público, de crear empleo y de superar la crisis? El sueño olímpico consiguió que hasta se unieran Esperanza Aguirre y Gallardón, que ya es decir. Así que tan difícil no sería conseguir esa unión nacional para cosas más importantes que lograr una Olimpiada. ¿Por qué no seguimos con el «a por ellos, oé» y vamos, por ejemplo, a por ellos, a por los 4 millones de empleos que nos hacen falta? Que lo disfrute Lula con salud, a pesar del juego sucio de la indirecta de decir que ellos no tienen crisis y se pueden permitir esos lujos olímpicos, y no como otros. Y que le aproveche a Lula, a ver si ahora se le quita esa pinta de alcalde de pueblo que tiene, qué pedazo de cateto metido por samba. Cuando salió Lula, aquello parecía un congreso provincial del PSOE o del PP. ¡Qué pinta de alcalde de pueblo presidiendo la procesión de la Patrona, Dios mío de mi alma! Sí, sí cateto, pero ahí lo tienes: con Olimpiada.
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor