ANÁLISIS DE CULTURA
Un país de chirigotas
Por Marta G. Bruno
2 min
Cultura30-08-2009
La institución con peor imagen de España. La Sociedad General de Autores y Editores se ha ganado ese calificativo durante este verano. Más de 100 años de historia tirados por la borda. La manera con la que ha gestionado los derechos no es propia de una entidad de ese prestigio. La Sociedad no es insignificante, ni mucho menos: cuenta con 94.000 creadores musicales y audiovisuales, tiene oficinas en Brasil, Estados Unidos, México, Cuba, China...Siempre ha actuado con el objetivo de salvaguardar los derechos de las obras de muchos autores, y de hecho ha hecho bien los deberes. Pero la adquisición de ostentosos edificios en los últimos meses, la reclamación del famoso canon digital y los casos de Fuente Obejuna o Zalamea del Serena han terminado de romper la deteriorada imagen de la SGAE. Sin olvidar los derechos que exigen por parte de representaciones solidarias. Pese a que es cierto que la regulación de los derechos de autores es necesaria, pues aquí todos deben salir ganando, lo cierto es que son muchas las voces que piden una reestructuración urgente de esta sociedad. ¡Amigo, más en esta situación en la que duele ver los indicadores económicos, y es momento de sacar dinero de dónde no lo hay! A la SGAE le faltan maneras. ¿Es en serio una sociedad “sin ánimo de lucro”? ¿o se trata más bien de una agencia tributaria? Hay quién dice que algún día exprimirá los bolsillos por cualquier cosa, por llevar la música alta en el coche, por ejemplo. En lugar de dedicarse a luchar contra la piratería, se dedican a llenar sus cuentas con una clara extorsión a media España. Este tipo de altercados sólo ocurren aquí, porque en el fondo nos encanta vivir de la polémica. Si miramos más allá de nuestras fronteras, apreciaremos la sana forma con la que otros países venden su cultura. Es el caso de la ciudad de Edimburgo, donde aprovechan para vender la zona con festivales que al menos divierten a la población, pero sin armar ningún tipo de escándalos. A otros no les faltan agallas, y luchan por lo que se merecen, por unos derechos que, en este caso, poco tienen que ver con el dinero, sino con la dignidad humana. Me refiero a los creadores, merecedores de un aplauso, del cómic Persépolis 2.0. En ocasiones, la represión no cesa por la falta de unión entre humanos. Desde aquí, el transcurso de las elecciones iraníes han sonado a chiste, a burla hacia sus ciudadanos, a una fría utilización de los más ignorantes para uso y disfrute de unos pocos. Hasta que llegan dos figuras que usan herramientas conocida por todos, Internet y los cómics, para denunciar, por si los disturbios callejeros no fueran suficientes, una situación que suena a chirigota en nuestros días.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press