PUNTOS DE DEBATE
Conflicto de intereses en Honduras
Por Elías Said3 min
Opinión19-07-2009
A pocas semanas de iniciarse la crisis democrática en Honduras, las aguas parecen volver a su cauce, y ahora estamos en presencia de un proceso de diálogo y negociación mediado por el presidente de Costa Rica para ver si el gobierno de facto de Micheletti y el depuesto Zelaya acuerdan un escenario que permita dar salida a dicha crisis. Mucho se ha hablado hasta ahora de los golpes de estado en América Latina y del arraigo en dicha región de los llamados ¨Gorilas¨, quienes representan a los sectores extremistas, provenientes de las alas más conservadoras de las sociedades latinoamericanas, respaldados por una milicia de corte pretoriano. Además, algo que parece ser propio de esta región, es también la presencia de gobiernos bananeros con aspiraciones pseudo-imperialistas, como el liderado por el presidente venezolano, que en el marco de dichos contextos de crisis democráticas, ha intentado sacar tajada mientras ve cómo su diplomacia es fiel reflejo de sus carencias. Si bien Estados Unidos y organismos regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) se vieron imbuidos en un circo mediático articulado por el presidente venezolano al momento de producirse el golpe de estado en Honduras, el tiempo le ha permitido, al menos al primero, recomponerse y demostrar una mayor profundidad diplomática al restar fuerza a las aspiraciones de Chávez de influir en la dinámica de los acontecimientos, cuyo zénit se alcanzó con la parodia de arribo de Zelaya a Tegucigalpa en medio de una cobertura sin precedentes del canal Telesur (promovido por el gobierno venezolano). Después de este último acontecimiento, el derrocado Zelaya parece volver a sus orígenes, si alguna vez se fue en verdad, y ha venido siguiendo las directrices de Washington y no tan de cerca las de Caracas, aunque ha tenido alguna oportunidad de lindar al mismo tiempo con ambos bandos, a través de declaraciones diversas y amenazas de retorno intempestivo a Honduras, sin esperar la mediación del presidente costarricense. Estas nuevas acciones han traído consigo una lógica sensación de impotencia a Chávez, quien se vio ante la cruda realidad de la incompetencia de su gobierno, al constatar su contribución diplomática a corto plazo y verse relegado del proceso de ¨normalización¨ en Honduras, sin admitir la capacidad de Estados Unidos para hacer mejor sus deberes al respecto. Ello, mientras los últimos dan un mensaje de poder en la región y, además, mostrarse dialogantes y apegados a unos principios democráticos internacionales, ajenos a los que les motivaron el silencio en otros contextos parecidos recientemente vividos (intento de golpe de estado en Venezuela en 2002) en los que ¨callaron¨ extrañamente. Como suele sucederle a Chávez, su única respuesta ha sido criticar y montar su berrinche en medio de acusaciones e intentar sembrar la semilla de nuevos posibles intentos golpistas en Guatemala y Venezuela, bajo el modelo hondureño. Como le sucede a los mitómanos, su verbo le traiciona y hace que uno dude de las verdaderas bases para dichas reflexiones, pese a que lo que creo que hemos visto en Honduras, se asemeja más a las pruebas de laboratorio de alguno de los bandos en cuestión (Estados Unidos y ahora Venezuela) en intentar hacerse más fuertes en la región. El factor sorpresa le favoreció a Chávez pero, una vez más, ello no es suficiente para arrastrar a otros, si no vean las posturas de Brasil, Chile y hasta de alguno de sus aliados más cercanos de la revolución bolivariana sobre esta temática, quienes han optado por la prudencia para no solo depender de los petrodólares venezolanos, y evitar cerrarse las puertas del gigante del norte, por andar siguiendo a un novato estratega a nivel internacional, como es Chávez, donde lo importante no es solo el comienzo sino la capacidad de recorrido para conseguir los objetivos.