ESTADOS UNIDOS
El mundo espera el plan de rescate de Obama
Por J. F. Lamata Molina
2 min
Economía17-01-2009
Es probable que a estas horas los mercados ya hayan descontado el efecto novedad y estén más pendientes de los detalles de su programa económico y del calendario. El nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha reiterado que confía en sus planes para revitalizar la economía, pero ¿conseguirá el afroamericano generar esperanza en un campo en el que es fundamental la confianza de los participantes?
¿O, por el contrario, aparecerá el virus del escepticismo, se propagará a toda velocidad -como es tan habitual en mercados y bolsas- y generará un nuevo hundimiento (sobre todo teniendo en cuenta los datos que aseguran que 2009 puede ser el peor año económico de la historia, y en particular para España)? De momento, del flamante Plan Obama ya se conocen algunas de las propuestas: entre ellas, inyectar 825.000 millones de dólares en la economía. A fin de cuentas la mayor preocupación de los gobernantes es el paro (éstos han destruido más de dos millones de puestos de trabajo en Estados Unidos en 2008, lo que situaría la tasa de paro en el 7,2 por ciento). El presidente electo Obama tiene muy claro el papel troncal de la empresa privada para sofocar el paro: “El 90 por ciento de estos empleos serán creados en el sector privado, el 10 por ciento restante son principalmente empleos públicos que salvaremos, como los maestros, policías, bomberos y otros que proveerán servicios vitales en nuestras comunidades”, ha dicho el propio Obama. “Como el diablo está siempre en los detalles, puede deducirse que se están dulcificando los objetivos de la era Obama, puesto que se habla de salvar o crear, cuando el resultado no sería en absoluto el mismo. Detener la destrucción de empleo sería un logro magnífico considerando las circunstancias, pero sólo la creación de nuevos empleos permitiría una recuperación del PIB en 2010. Lo que el mercado espera es eso, no la versión light”, comenta una fuente de Bankinter. Lo que parece evidente es la preocupación por el impacto del programa económico de Obama en el déficit y la deuda de los norteamericanos. En concreto sobre si la inyección evitará que continúe la espiral de endeudamiento y -por tanto- el agravio del desequilibrio. El objetivo del plan es que la deuda se consuma para materializarla y que sea devuelta sin contraer de nuevo las obligaciones.