SIN CONCESIONES
Por el Niño
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión21-12-2008
Si el niño Jesús tuviera que nacer en pleno siglo XXI, quizá no nacería. Él querría venir a salvar a la Humanidad con su mensaje de esperanza y amor. Pero muchos no le dejarían. La Navidad es, sin duda, la fiesta de los niños y del Niño. Los más pequeños son los homenajeados y también los que más disfrutan de la magia de la fe. La Navidad es la natividad del Señor, el nacimiento de un bebé que iluminó a los hombres con su testimonio y con sus obras. Aquel niño nació en la más extrema pobreza, en un pesebre rodeado de animales porque nadie quiso dar cobijo a sus padres en una fría noche de Belén. Aquel niño tuvo que salir huyendo con pocas horas de vida porque un tirano ordenó asesinar a todos los infantes. Aquel niño fue recibido con júbilo por pastores y campesinos porque para ellos representaba la salvación. Sólo era un niño y fue recibido como un rey. Los niños son los verdaderos reyes de la Navidad pero cada vez hay menos niños. Los padres se cansan de ellos antes de que nazcan y desechan de antemano el inmenso placer de ver crecer a un hijo. Cada vez son más las madres que renuncian al hijo que albergan en su vientre. Sólo en el último año, hubo más de 100.000 abortos en España. De manera clandestina, acuden a clínicas abortivas en contra de la ley y su propia conciencia. Matan la semilla que ya ha germinado en su interior. Unas veces por miedo, otras por egoismo, otras por el que dirán, otras por presiones familiares... hay miles de razones, tantas como mujeres que abortan un embarazo no deseado. Dentro de unos meses, habrá muchísimas más. El Gobierno legalizará el aborto libre durante los cuatro o cinco primeros meses de gestación. Lo tiene decidido. Prometió que no lo haría pero lo va a hacer. Negó que quisiera hacerlo pero ya está todo dispuesto. Ha involucrado al Parlamento en una farsa comisión de análisis donde los expertos han dicho muchas verdades que no se han querido escuchar. Hay dudas científicas sobre dónde empieza la vida: en el óvulo, en la fecundación, en el cigoto, en el feto... Pero basta con ver una ecografía a las cinco semanas de embarazo para comprobar empíricamente que esa cabeza y ese cuerpecito de apenas 1,7 centímetros es un ser humano. Es un niño. Aunque lo llamen interrupción voluntaria del embarazo, es un aborto. Aunque lo amparen en el derecho a elegir de la mujer, es una violación del derecho constitucional a la vida del nasciturus. Aunque tenga el visto bueno del Parlamento, es un infanticidio. Aunque suene escandaloso, es un asesinato. Si la virgen María y san José vivieran en el siglo XXI, tendrían la oportunidad de abortar su embarazo. Pero no lo habrían hecho. Pese a las numerosas dificultades y adversidades, ellos entregaron su vida a aquel niño que nació hace más de 2000 años en un pesebre de Belén. Lástima que el modo de celebrarlo que tienen algunos sea promoviendo una ley a favor del infanticidio. Olvidan, una y otra vez, que ellos no estarían en este mundo si sus padres hubieran sido tan egoistas como ellos lo son ahora.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito