SIN CONCESIONES
Todo al negro
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión09-11-2008
Es joven, negro y acaba de proclamarse vencedor. Hablo de Lewis Hamilton pero también podría referirme a Barack Obama. Los dos han hecho historia con tres días de diferencia. Está claro que el racismo es una enfermedad casi extinguida, pues únicamente sobrevive en cabezas delirantes. Ser negro era hasta ahora sinónimo de sufrir discriminación, de ser sospechoso y potencialmente delincuente. Ser negro en Europa o Estados Unidos era una carga que ha desaparecido casi por completo en medio siglo. En 1950, el Ku Klux Klan seguía asesinando a cientos de personas por el mero hecho de tener la piel oscura. Por ser negro y por defender los derechos de su raza, Martin Luther King fue asesinado en 1968. Su discurso I have a dream, con el que pasó a la posteridad delante de la estatua de Abraham Lincoln, ha tardado 40 años en hacerse realidad. La victoria electoral de Obama colma el sueño que tuvo el que fuera proclamado Premio Nobel de la Paz cuatro años antes de ser acribillado. Barack Obama ha ganado la Presidencia de Estados Unidos con el discurso del cambio. Los ocho años de mandato de George W. Bush, con más sombras que luces, requerían otra forma de gobernar la Casa Blanca y el senador negro ha encarnado como nadie un discurso ilusionante, lleno de esperanza y antagónico al de Bush. Sin embargo, muchos le presentan como el Salvador que el mundo esperaba hace dos milenios y le definen como un Mesías capaz de devolver la paz y la justicia a la humanidad. La obamanía es una clave imprescindible de su triunfo democrático pero conduce a una peligrosa idolatría que ciega ante sus posibles errores. Obama es humano y, como tal, no es perfecto por mucho que intenten convencernos de ello. Lo mejor de Obama es su deseo de consolidar a Estados Unidos como primera potencia desde un liderazgo moral. Lo mejor de Obama es su apuesta por las energías renovables para reducir la dependencia de otros países. Lo mejor de Obama es la creación de una sanidad pública y asequible para todos los ciudadanos. Lo mejor de Obama es la defensa de la familia como institución primaria e imprescindible para el desarrollo de la persona. Lo mejor de Obama es conciliar fe y política para que todas las creencias estén protegidas. En esto, Obama se parece bastante a Martin Luther King. Uno era reverendo bautista, el otro es evangelista. Ambos creyentes y cristianos que practican la fe en su estilo de vida. Cuando Martin Luther King abanderaba la no violencia, hablaba desde una concepción cristiana: "La última debilidad de la violencia es que es una espiral descendente, engendrando lo mismo que busca destruir. En lugar de debilitar el mal, lo multiplica. Utilizando la violencia, vosotros podeis matar al mentiroso, pero no podreis matar la mentira, ni restablecer la verdad. Utilizando la violencia, podeis asesinar al rencoroso, pero no podreis matar el odio. De hecho, la violencia hace simplemente crecer el odio. Y esto continua. (...) El odio no puede esconder el odio: solo el amor puede hacer esto". "Quien a hierro mata, a hierro muere", avisó Cristo al discípulo Pedro antes de ser apresado. Jesús también luchó contra el racismo y defendió la igualdad entre hombres y mujeres. Cuando Obama vincula el liderazgo mundial de Estados Unidos a la moral, está situando la fe por delante de la política. Quienes tanto ensalzan a Obama por su antagonismo con Bush parece que no han leído que ambos se asemejan en más cosas de las supuestas. Su principal diferencia es el modo de luchar contra los males de este mundo. Bush utilizaba a Dios para justificar sus guerras. Obama se mira en Él para dar ejemplo a los demás.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito