¿TÚ TAMBIÉN?
"Queremos vivir"
Por Álvaro Abellán
2 min
Opinión22-06-2008
“Lo único que queremos los jóvenes es vivir”. Semejante obviedad ha sido el corazón del discurso de Ignacio Uriarte, presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular, el día de la clausura del Congreso Nacional de su partido. Semejante afirmación -ha tratado de explicarla, pero mejor les ahorro el sonrojo- demuestra la pobreza intelectual del “futuro” Partido Popular. En eso, hay que reconocerlo, han progresado hasta ponerse a la bajura de los jóvenes socialistas, si bien conviene decir que Zerolo y Pajín resultan más ocurrentes. “Vivir” es una palabra talismán cuajada de resonancias evocadoras, placenteras e, incluso, idealistas. Al lado de “libertad”, “sueños”, “futuro” y el “podemos cambiar” de Obama -que también ha usado Uriarte-, suenan fenomenal; y si el orador además tuviera algo de carisma, hasta aplaudiríamos con las orejas cuando las pronuncia. Esas mismas palabras se las aplaudieron millones de alemanes a un tirano como Hitler y se las aplaudieron millones de estadounidenses a un demócrata como Kennedy. Las hemos oído en boca de Zapatero y de Rajoy -quien añade, igual de vacías aunque con resonancias del pasado, palabras como “mérito”, “trabajo”, “principios”-. Las palabras talismán no sólo tienen la ventaja de llegar al corazón de los hombres; también son útiles para los políticos vacuos porque, en el fondo, no significan nada. Lo peor de estos discursos no es que muestren la penosa formación intelectual de nuestros políticos, pues eso ya lo sabíamos. Lo peor es que gastan palabras hermosas y valiosas de forma que, cada vez, éstas significan menos. “Me cago en el progreso de Zapatero”, he oído decir más de una vez en estos cuatro años. No me extraña: si el progreso real es lo que nos vende Zapatero, que progrese otro. Pero llegarán generaciones -como Nuevas Generaciones- que por “diálogo” entenderán lo que inventa Zapatero, que por “vida” entenderán la mediocre propuesta de Uriarte y que confundirán “principios” con meras “convicciones políticas”. Cuando eso ocurra, y nuestros jóvenes no sepan ponerle nombre -porque sonará hipócrita- a realidades como el amor, la libertad, el diálogo o la vida, habremos destruido las palabras. No me habrán visto en los últimos meses discutir de política española, porque esta columna se conmueve en el “¿Tú también?” y está cansada del “¡Tú tampoco!”; y porque la Política debe ser un lugar donde la vida se ensancha; mientras nuestros politicastros no hacen sino angostarla. Pero, de vez en cuando, me verán rescatando algunas de sus palabras, como éstas de “queremos vivir”. Y, como queremos vivir de verdad, señor Uriarte, procuramos no tomar en serio nada de lo usted -y en general nuestra actual clase política- nos dice. Por el contrario, al margen de las peleas de partido y de partidos, se abre un horizonte de humanidad, en trato auténtico y cordial con el resto de los hombres, donde las palabras aún significan algo, lo que hace posible que se descubra ese lugar donde la vida se ensancha.