Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE DEPORTES

Una final por debajo de las expectativas

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes22-06-2008

La NBA y su comisionado, David Stern, poco menos que se frotaban las manos por el guiño a la leyenda que suponía una final, después de dos décadas, entre Boston Celtics y Los Angeles Lakers. Pero los tiempos cambian, de qué manera, y no ha sido la piedra filosofal para mejorar las audiencias del baloncesto, muy por debajo de lo que era habitual después de que, en los últimos años, los títulos de Miami Heat y San Antonio Spurs viesen un paulatino declive en su repercusión mediática. La final, lejos del espectáculo y del duelo de titanes de los ochenta, ha sido un duelo de conjuntos, en el que las figuras han aparecido con cuentagotas. En los Lakers, Kobe Bryant primero y Pau Gasol después maquillaron la derrota; en Boston, Kevin Garnett estuvo trabajador, pero por momentos con un rol muy secundario. El triunfo de los Celtics ha sido el de un equipo más consistente, especialmente en la defensa y en la línea exterior: Paul Pierce, con la ayuda de Ray Allen, se impuso a sus defensores, mientras que Los Angeles acusó la falta de un buen base, más allá de la aportación de un veterano Derek Fisher. Las diferencias han sido evidentes. Por un lado, el hambre de Boston, con sus figuras conscientes de que tenían ante sí una oportunidad única para poder lucir un anillo de campeones antes de retirarse, mientras que Los Angeles, con una postemporada por encima de las expectativas, tras eliminar a Utah Jazz y San Antonio, no tuvo la tensión que exigían las circunstancias. Por no hablar de la cuestión táctica, en la cual Doc Rivers superó claramente al señor de los anillos Phil Jackson. En descargo de los californianos, aunque no como excusa, cabría señalar la prolongada lesión del pívot Andrew Bynum, que junto a la juventud de la plantilla –salvo Fisher–, indica que los Lakers son un equipo de largo recorrido, y en el que Gasol ha aportado desde el primer día un equilibrio fundamental para aumentar las opciones de juego, en el famoso triángulo ofensivo de Jackson. La única conclusión segura que deja la temporada es que los grandes equipos de la Conferencia Oeste –especialmente Dallas Mavericks y San Antonio, junto con unos Phoenix Suns que ya han iniciado el camino– están abocados a una profunda renovación. En cuanto a Gasol, la temporada le deja un sabor agridulce. El fichaje sorpresa por los Lakers le ha cambiado la vida, para bien, pero en el Staples Center las exigencias también son muy altas. El catalán –el primer español en llegar a la final de la NBA– ha encajado a la primera como un escudero de lujo de Bryant y se ha esforzado por pulir su juego, mejorando los aspectos que hacían falta en cada momento, pero es cierto que a veces le ha faltado continuidad. Le exime, en parte, la altísima exigencia física de la postemporada, que le pillaba de nuevas, pero por otro lado, el reto le encaja para tratar de responder en el futuro y ser un jugador decisivo, ya que tiene margen de mejora. El resto está en su mano.

Fotografía de Roberto J. Madrigal