SIN CONCESIONES
La (e)lección de EEUU
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión10-02-2008
Estados Unidos vuelve a estar de moda en España. Las elecciones presidenciales de octubre han despertado el interés de los medios de comunicación, que centran toda su atención en Barack Obama, en Hillary Clinton y en John McCain. Tanto es así que estos tres aspirantes a la Casa Blanca aparecen más en televisión que los candidatos españoles a La Moncloa. Curiosa paradoja. En España queda menos de un mes para las elecciones generales y, sin embargo, muchos periodistas están más pendientes de lo que ocurre en las primarias al otro lado del océano. Llenan sus informativos de conexiones en directo y de vídeos explicativos sobre el tedioso proceso para elegir al candidato de cada partido. Mientras tanto, olvidan las propuestas de Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero. Por extraño que parezca, parecen más preocupados del futuro de Estados Unidos que del devenir que el próximo 9 de marzo arrojarán las urnas en España. Las elecciones de EEUU ofrecen lecciones positivas para las de España. Por ejemplo: que los estadounidenses se toman en serio su campaña y participan activamente en ella, que una mujer e incluso un negro (aunque suene racista) pueden llegar a presidente, que hay un largo debate de ideas y propuestas políticas, que los partidos discuten en público sus discrepancias internas para pulir el proyecto y que la democracia empieza dentro de los propios partidos. Sin embargo, hay al menos un aspecto que evitar. Que Hillary Clinton pueda optar a la Casa Blanca dice poco, y lo poco malo, de la capacidad de renovación del Partido Demócrata. Después de ocho años en la oposición, debería ofrecer algo más y mejor que la esposa del anterior presidente. Menos mal que en frente está Obama. Lo de Hillary resulta especialmente preocupante porque va camino de convertirse en una moda. No es nuevo. Hace sólo unos meses, Cristina Fernández de Kirchner era investida presidenta de Argentina en sustitución de... su marido, Néstor. Tan tan malo como que un político se perpetue en su poder es que disfrace de democracia la cacicada de colocar a su mujer en su lugar. En España podría haber ocurrido algo parecido si José María Aznar hubiese designado a su esposa, Ana Botella, como sucesora en lugar de a Mariano Rajoy. Menudo escándalo se habría montado, y con razón. Pero aún puede ocurrir, tanto en el PP como en el PSOE. Porque si Zapatero pierde las elecciones generales del 9 de marzo, ¿quién se quedará al frente del Partido Socialista? Zapatero ha lapidado a todos los que podían hacerle sombra, así que no hay candidatos más allá de María Teresa Fernández de la Vega y varios jóvenes tan ambiciosos como inexpertos. Si hiciera falta, Sonsoles Espinosa podría una buena alternativa después de unas cuentas clases de márketing político y oratoria. Luego tenemos mucho que aprender de Argentina y de Estados Unidos, para bien y para mal. Pero sobre todo hay que aprender que unas elecciones generales no son cualquier cosa. Son muchas cosas las que hay en juego y, por lo tanto, todo el mundo debería implicarse. Todos, jóvenes y mayores, para elegir a quien mejor pueda dirigir España durante los próximos cuatro años.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito