ANÁLISIS DE DEPORTES
Cursos de cómo hacer amigos
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes10-02-2008
El Real Madrid y la Copa del Rey no se llevan bien desde los tiempos de Arvydas Sabonis y Clifford Luyk, que en 1993 levantaron el último título merengue. Aunque la baja de Lazaros Papadopoulos en el juego interior tuvo su importance, tal vez le falte al equipo un punto de mentalidad, de conjurarse por el objetivo, de creerse campeón y no sólo un aspirante con posibilidades. Tan sólo es una impresión, por aquello de hacer autocrítica. Lo mismo que un Barça sin liderazgo en la pista y rumbo desde el banquillo, que un Unicaja demasiado irregular y que no consigue arreglar con unos minutos de inspiración lo que pierde en sus muchos momentos de sesteo… Incluso el Baskonia, pese a llegar a la final, muestra defectos, principalmente en la dirección del juego. El Bilbao, por la buena lectura del juego de Txus Vidorreta, y el Joventut, por su método y mentalidad con Aíto García Reneses, dejaron muestras de ser equipos bien entrenados. Ahora bien, se ha convertido en una costumbre, pero no deja de sorprender cómo el Madrid concita la animadversión de todas las demás aficiones, que conforme sus equipos van cayendo eliminados, se alinean -por simpatía u otros factores, hay razones de todo pelaje- contra el rival de turno y apelan, con ironía y algo de mala leche, al “así, así, así gana el Madrid”. La percepción se agudiza con salidas de tono como la que tuvo Ramón Calderón, un absoluto lego en materia de baloncesto, que sólo acude a hacerse la foto con los trofeos y mete la pata en cuanto abre la boca: la última perla, criticar el sistema ACB, los playoff y apostar por un modelo NBA -donde, paradójicamente, los playoff son el momento cumbre de la temporada- que, por motivos de mercado y de costes empresariales, no tiene cabida en Europa. Con semejantes mezquindades se entiende también esa falta de mentalidad de la que puede adolecer, quizá, el Real Madrid. El otro abuelo que hace subir el pan cada vez que abre la boca es Luis Aragonés, empeñado en buscar enemigos en la prensa, en la Federación Española… y en limar la poca credibilidad que le dan los resultados, tras no haber dimitido -como prometió- tras el Mundial de Alemania, en 2006. El último chocheo del cada vez menos Sabio de Hortaleza vino a desautorizar a la propia RFEF por querer adelantar el trabajo y presentar al seleccionador para después de la Eurocopa antes de la competición, para evitar rumores. Después, Ángel María Villar salió por un lado, huyendo de la prensa, en el centesimo consented que es la selección española. Lo que pasa, en fin, es que éste es tan sólo el ultimo sainete de un modelo que no cambiará hasta que no haya un relevo en la presidencia. Mientras tanto, llueve sobre mojado y la impresión tan penosa suma y sigue.