UN VENEZOLANO EN COLOMBIA
¿Mediadores beligerantes?
Por Elías Said3 min
Opinión10-02-2008
Durante el proceso de negociación para la liberación de rehenes en poder de las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC), me ha resultado sorprendente la actitud beligerante y nada mediadora de la "facilitadora" asignada por Colombia en este proceso: la senadora del Partido Liberal colombiano Piedad Córdoba. No sólo he echado en falta a la "mediadora" un rol más diplomático, sino que hasta he llegado a pensar que a esta senadora le ha podido su afán de protagonismo y hasta su apuesta política para destacar en la escena política colombiana e internacional, a lo largo de este proceso. A varias semanas de la liberación de Clara Rojas y Consuelo Gonzáles por parte de las FARC, la senadora colombiana no termina de regresar a su país sino que se ha instalado en Venezuela como una especie de asesora del gobierno venezolano en el tema relacionado con este grupo terrorista armado. Esto, mientras el senado colombiano le advierte de su necesidad de retorno, ya que no son claros los motivos de su actual presencia y rol en territorio venezolano. Pasando de los compromisos administrativos referentes al cargo que reviste esta senadora, me resulta sorprendente el tono de las declaraciones emitidas por ella, en las no queda claro a quien termina representando, si a la sociedad colombiana o al gobierno venezolano, al criticar las recientes muestras de repulsa a las FARC y abogar por la continuidad del rol destacado de Chávez en este proceso de diálogo. A pesar de los positivos comentarios que me han dado de la senadora Piedad Córdoba personas que la conocen personal y profesionalmente, su actuación hasta ahora me hace preguntarme sobre su futuro personal y político, ya que tanto dentro de su partido (liberal) como en la sociedad colombiana, son cada vez menos quienes se atreverían a tomarse una foto a su lado. Es más, pudiese decir que esta senadora ha entrado en una espiral política, cuyos intereses y afinidades personales le harán cobrar un alto coste político en su país, el cual solo será minimizado en la medida que su apuesta por Chávez termine de concretarse, ante la asentamiento de éste en el escenario venezolano, ya que en caso contrario abría asumido una posición insostenible para su mantenimiento como figura política en la escena colombiana. Además de los augurios en torno a la senadora Córdoba, lo visto en ella resulta un claro ejemplo de lo delicado que resulta lidiar con un tema como la paz en un sociedad frente a grupos terroristas y de la obligación que tienen todos los actores, presentes y/o futuros de asumir roles cuyos intereses no eclipsen el verdadero rol que deben tomar ante situaciones de este tipo: facilitadores de un proceso cuyo representados, el ciudadano común, exige y pide que la pasión, deseo de destacar y afinidades ideológicas no terminen minando, no sólo, su credibilidad como actor en un proceso con estas delicadas características, sino también, la viabilidad del cumplimiento de los objetivos pautados y el proceso de diálogo con los grupos terroristas para la consecución de la tan deseada paz en cualquier sociedad, en nuestro caso, la colombiana.