ANÁLISIS DE ECONOMÍA
El dolor de bolsillo
Por Gema Diego
2 min
Economía12-11-2007
Diagnosticar la raíz de un problema económico puede parecerse a encontrar las causas de una enfermedad –dicho sea desde mi desconocimiento de la Medicina, claro-. Y, a veces, ponerle solución se asemeja al arte de acertar con un medicamento adecuado para la patología en cuestión, lo que no siempre está claro. Y si no, véase el dilema del Banco Central Europeo (BCE) con los tipos de interés: si los sube, terminará repercutiendo en el Euribor y, con él, en las hipotecas; si los baja, le da alas a una inflación que ya está bastante subidita de tono por la especulación de los intermediarios en el sector de la alimentación. Visto lo visto, el BCE se ha agarrado a la prudencia y a las aguas quietas. Precisamente por la subida de precios que no repercute en el productor se quejan las organizaciones agrarias: dicen que entre el campo y la mesa, el valor de los productos de la tierra se quintuplica o se sextuplica. Valga la paradoja de que, en el último mes, el valor en origen del trigo y la cebada ha caído un 10 por ciento, sin que el pan o la leche se hayan abaratado ni un céntimo. Más bien al contrario. Y lo próximo en sufrir el problema de los márgenes abusivos para los intermediarios serán las carnes. Mientras, diversas situaciones delicadas marean la cotización del petróleo, que va camino de los 100 dólares, con el consiguiente encarecimiento de gasolinas y derivados que implica. Y, si pensamos de nuevo en alimentos básicos, con un posible nuevo empujón al bioetanol que sacará a ciertos cultivos una vez más fuera del mercado de la alimentación y aumentará el coste de las materias primas. Ahora bien, también se puede pensar que si el petróleo se abarata crecerán el despilfarro y la contaminación en detrimento de las energías renovables. Total que, se mire por donde se mire, la mayoría de las posibilidades apuntan a que la consecuencia será un dolor de bolsillo agudo y prolongado para los consumidores.
