ANALISIS DE LA SEMANA
Sin unidad
Por María Lloria2 min
Economía07-05-2001
Los líderes de los sindicatos Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores evitaron saludarse en la celebración del Día Internacional del Trabajador. El 1 de Mayo podría haber sido una fecha conciliadora en la que se pusiera fin a las discrepancias de ambos sindicatos, pero no fue así. El único punto en el que sus discursos coincidieron fue en la crítica a la reforma laboral impuesta por el Gobierno el pasado 2 de marzo. Una reforma que, por los datos que ha ofrecido el Ministerio de Trabajo, en el mes de abril todavía no ha dado sus frutos. En abril, la contratación temporal ha aumentado un 5,01 por ciento, el número de contratos fijos se ha mantenido y los contratos a tiempo parcial sólo han descendido dos décimas. Esto demuestra que los efectos de las medidas aprobadas por el Ejecutivo aún no han llegado. En este mes, 43.366 personas dejaron de estar presentes en las oficinas del Inem. Pero esta reducción de parados es la menor del mes de abril desde 1995, lo que demuestra que se está frenando el ritmo de creación de empleo. Si la velocidad a la que se generan puestos de trabajo se frena ello implica una reducción en el crecimiento económico. Esto es lo que probablemente ocurrirá en España durante este año. Tanto el Gobierno, la Comisión Europea como el Fondo Monetario Internacional habían rebajado las previsiones de crecimiento para este ejercicio, sólo faltaba la OCDE y esta semana ha lanzado sus pronósticos. La organización calcula que España crecerá este año un 2,9 por ciento, tres décimas por debajo de lo que opina el Ejecutivo y la Comisión Europea. Esta situación de menor crecimiento se extiende al resto de países. De modo que ante un contexto de crecimiento sostenido y en el que las tensiones de alza de precios están latentes, el Banco Central Europeo se muestra una vez más firme en su decisión de mantener los tipos de interés en el 4,75 por ciento. Con esta actitud, la máxima autoridad monetaria muestra su independencia, ya que no actúa a la par que la primera potencia económica, los poderosos Estados Unidos. Las compañías telefónicas British Telecom y Telefónica tienen deudas. La empresa británica necesita saldar su deuda urgentemente y muestra de ello es que ha vendido al líder mundial de telefonía móvil Voldfaine el 17,8 por ciento de la española Airtel. Telefónica, durante el ejercicio pasado, acumuló una deuda de 700.000 millones de pesetas y la deuda total alcanza la cifra de 2,79 billones de pesetas.