SIN CONCESIONES
A buenas horas
Por Pablo A. Iglesias
3 min
Opinión07-10-2007
Zapatero está dispuesto a acabar con ETA y parece dispuesto a conseguirlo a cualquier precio. Lo intentó primero mediante la negociación. Puso todo el Gobierno a disposición de un acuerdo con los terroristas. Con tal de que la banda renunciara a las armas, echó la casa por la ventana: ofreció un nuevo estatuto jurídico para el País Vasco, permitió que la vuelta de los radicales a las instituciones a través del PCTV y ANV, sacó a De Juana Chaos de la cárcel, permitió que la Fiscalía retirara los cargos contra Arnaldo Otegi, autorizó las reuniones entre el Partido Socialista y Batasuna... Hizo todo lo que pudo y mucho más para convencer a los terroristas de que abandonaran la violencia. Cuanto más les daba, más pedían. Así hasta que ETA se cansó y puso fin al alto el fuego. Ahí despertó la bestia que el presidente del Gobierno lleva dentro. Desde hace tres meses, Zapatero es otro Zapatero. Ahora vuelve a dar lecciones de talante, aprueba medidas sociales, se preocupa por los jóvenes, ofrece soluciones para la vivienda. Es otro Zapatero que poco o nada tiene que ver al que durante seis ha metido la pata una vez tras otra. Ya no negocia con terroristas, sino que los persigue y arrincona hasta batir récords de detenciones desde el final de la tregua etarra. Lástima que este Zapatero haya aparecido a apenas seis meses de las elecciones generales, cuando la legislatura llega a su fin y las encuestas le sitúan en una situación más que delicada para repetir al frente del Gobierno. Si todo el empeño y la firmeza que pone ahora para acabar con ETA la hubiera demostrado desde el primer día de la legislatura, seguramente habría desaparecido la banda terrorista porque todos sus miembros estarían en la cárcel. Cuando la banda puso fin al engaño de la tregua, Zapatero respondió enviando a Otegi y De Juana Chaos a prisión. Daba la impresión entonces que quería acabar con ETA antes de las elecciones. Ahora, tras la detención de casi toda la cúpula de Batasuna, transmite la sensación de que, con tal de ganar votos, sería capaz de detener a Carod Rovira, a Ibarretxe e incluso a su ministro Rubalcaba con tal de recuperar la confianza perdida durante los tres años y medio anteriores. Este nuevo Zapatero supone un alivio para los intereses de España. Ahora ya no presume de ser rojo y republicano, sino que, al contrario, ensalza la Corona y sale en defensa del sistema monárquico. De aquí a las elecciones generales de marzo va a darnos muchas sorpresas. Va a tratar de presentarse como el mejor presidente del Gobierno que ha tenido España, el más dialogante, el más comprometido con los ciudadanos, el más sensible con las clases pobres, el más humanitario, el que mejor ha cuidado la economía, el que más ha defendido los intereses del país en el exterior y el más comprometido en la lucha contra ETA. Da igual que durante toda la legislatura haya hecho lo contrario. Lo importante para él son estos seis últimos meses y, visto lo visto, va camino de ofrecer un balance espectacular. Otra cosa será si este semestre glorioso compensa todos los males creados anteriormente. Porque la gran pregunta que surge al ver al nuevo Zapatero es... ¿por qué no lo ha hecho antes?
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito