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SIN ESPINAS

Inteligencia del corazón

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión17-09-2007

Viajo por toda Europa durante 3 semanas con los 50 jóvenes preuniversitarios con mejor expediente de toda España. Su media tras la selectividad supera el 9,4 y a buen seguro que muchas de las matrículas de honor que se concedan cada año en sus universidades irán a los expedientes que llevan sus nombres. A lo mejor a estas alturas de comentario, alguno dirá: ¡Qué repelus! ¡Qué agobio de viaje! Seguro que uno se muere de aburrimiento entre cerebritos apocados que sólo saben hablar de Física cuántica, Historia de la filosofía y Arte prerrománico. Y el esteriotipo a veces es muy cierto. Muchos de los alumnos con alto cociente intelectual tienen, a su vez, grandes dificultades para relacionarse y salir del estrecho y gélido mundo de los datos que son capaces de procesar y almacenar cual super potente ordenador. De hecho, en la elección de los 1.500 candidatos que cada instituto de España presentó a esta II edición de becas Europa, había muchos que respondían a este perfil. Pero para disfrutar de la experiencia de recorrer siete de las universidades más importantes de la historia europea, sólo podían llegar a la fase final de las selección 50 de estos estudiantes. La singularidad de los elegidos, no es sólo la de estar dotados de una portentosa capacidad encefálica; antes al contrario, gozan de un corazón inteligente. Son extrovertidos, risueños, atentos, ciertamente humildes y, sobre todo, unos jóvenes que responden verdaderamente a su edad. En sus 17 y 18 años se contienen sus chiquilladas, su candidez, su risa floja y su impaciencia y su efervescencia juvenil. Pero, además, destacan por su responsabilidad, por sus ganas de aprender, por querer tomarse la vida en serio y por aprovechar sus oportunidades. Valoran el privilegio de poder estudiar y temen no dar la talla para responder a lo que la vida les está concediendo. Y sobre todo, saben reir, no paran de jugar, bailar y cantar, de hacer crecer su amistad y de aprovechar cada instante. Para ellos desfasar es compatible con irse a la cama cuando toca. Pero lo mejor de todo es que van dándose cuenta de que las notas que han obtenido antes de llegar a la universidad son sólo una carta de presentación que les abrirá las puertas para mostrar la humanidad que llevan dentro. Su fuerza de voluntad y sus talentos pueden sumarse a partir de ahora a su generosidad con el resto de una sociedad que pide silenciosamente su ayuda. Ahora le ofrecen su atención al compañero, le dan un beso al que le invade la morriña, escuchan al que necesita hablar y le regalan una sonrisa al que necesita complicidad. Pero mañana su servicio a la sociedad se traducirá en una lucha complicada en un mundo que engulle el ideal en la rueda de un molino que da vueltas a revoluciones imposibles. Listos sí son, lo reconozco, pero diría que estos 50 jóvenes juntos de alguna manera podrán, si quieren, llegar a ser unos superdotados del corazón.

Fotografía de Javier de la Rosa