SIN CONCESIONES
Mis dos casas
Por Pablo A. Iglesias
2 min
Opinión29-07-2007
Todos tenemos dos casas en nuestra vida: un hogar físico donde residimos y otra morada interior donde somos. La primera es donde solemos estar mientras que la segunda esconde nuestro verdadero ser. Son dos partes de una misma vida, la nuestra, la de cada uno, que están obligadas a converger entre sí. Sin embargo, no siempre ocurre. El trabajo, los disgustos, las prisas, el estrés y tantas otras adversidades suelen distanciarnos de lo que realmente somos. No es una acción voluntaria sino una consecuencia lógica del ritmo vital de estos tiempos que paradójicamente calificamos de modernos, avanzados, prósperos y demás adjetivos contrapuestos con muchos aspectos de la realidad. Unas horas de asueto o unos días de vacaciones suelen servir para estrechar lazos entre esas dos partes de nosotros mismos. Es curioso que abandonar la casa donde dormimos todas las noches sea uno de los caminos más rápidos para fortalecer nuestra otra dimensión, la que más nos define y caracteriza. Con un poco de distancia y descanso afloran mejor nuestros orígenes, se afianzan nuestras raíces y salen a la luz nuestros sueños. La estadística pone de manifiesto que en esta época de verano y vacaciones es cuando más familias se rompen, cuando más parejas se separan y cuando surjen más enfrentamientos. Sin embargo, no hay cifras de los matrimonios que se salvan precisamente gracias a ese reencuentro con uno mismo y con el otro; tampoco hay datos del número de niños que se conciben, ni de las millones de carcajadas que afloran en nuestros rostros ni de la felicidad que los padres regalan a sus hijos con su mera compañía. Da la impresión de que tanto avance y prosperidad sólo se aplica para difundir aquello que interesa a unos pocos o que por representar a una minoría resulta extraño para todos los demás. Usted ya habrá elegido su destino de vacaciones entre la playa y la montaña, entre el pueblo y la ciudad. En el fondo da igual. De uno u otro modo, si todavía no lo sabe, debería aprender que el mejor lugar para pasar esta época del año es con uno mismo, siempre que sea para descubrirse y reencontrarse, y con todos aquellos que más merecen nuestro cariño. Así es como mejor se alimenta la morada interior que todos tenemos y como brota del corazón nuestra otra casa, aquella donde vivimos pero que no siempre vivimos como realmente merece. Esta es otra oportunidad más para enmendar esa falta que siempre reconocemos pero en pocas ocasiones llegamos a corregir. Es el momento de refundar en uno nuestros dos hogares para que nunca jamás vuelvan a separarse.
Seguir a @PabloAIglesias

Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito