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ANÁLISIS DE DEPORTES

Divide y perderás

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes29-07-2007

No adelanta hablar de dopaje. Cuanto más, y cuantos más escándalos se destapan, salen a relucir la esquizofrenia, la lucha de intereses y la caza de brujas, interminable, que sólo va a ser perjudicial para un deporte heroico como pocos. El Tour de Francia no ha hecho sino confirmarlo. La divergencia de criterios –y el cruce posterior de acusaciones– entre los organizadores del Tour, Amaury Sports Organisation (ASO), y la Unión Ciclista Internacional (UCI), quedó más patente si cabe tras el lío –que ni llamarlo caso cabe– que acabó dando con el danés Michael Rasmussen fuera de la carrera y proscrito por todos, incluido su equipo, el holandés Rabobank. No sorprende tanto que el danés pudiese haber mentido sobre su paradero para no estar localizado cuando entrenaba y librarse, así, de controles por sorpresa. Si se demuestra, deberá ser condenado. Lo que más sorprende de todo esto es que primero la federación danesa de ciclismo anuncie –por su cuenta– que lo va a apartar de la selección nacional, que después la UCI se haga un lío para explicar su situación y que fuese el propio equipo, en cuanto se supo que Rasmussen podía haber estado en México y no en Italia, el que apartase al corredor. Un corredor, a su vez, que poco menos que huyó a su casa en Italia, para evitar ser perseguido penalmente en Francia, y que ha ido filtrando declaraciones a la prensa para explicar su malestar al respecto. Si esto son procedimientos sensatos para hacer las cosas, que baje Dios y lo vea. Con el positivo de Alexandre Vinokourov, otro tanto. La implicación política en el equipo Astana –una doble refundación del extinto Liberty Seguros de Manolo Saiz, pues esta temporada había conseguido una nueva licencia y modificado su estructura– no tiene nada que ver con los dos tipos de glóbulos rojos que tenía el kazajo. El corredor debería tener el derecho a defenderse y a justificar médicamente, si es posible, esa anomalía antes de ser sancionado. Pero no: se lo excluye a él y a su equipo, lo mismo que sucedió con el Cofidis tras el positivo del italiano Cristian Moreni. Sorprendentemente, el único caso normal –tal vez porque ya estaba fuera de carrera cuando se supo– ha acabado siendo el alemán Patrick Sinkewitz. Sólo después es cuando se está discutiendo si merece la pena continuar el patrocinio del equipo por parte de la empresa de telefonía T-Mobile. Pero si era posible enredarlo todavía más, el Tour ya ha anunciado que, para 2008, colaborará con la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y la agencia francesa. A este paso, el ciclismo deberá dar el paso que dio hace años el baloncesto y sufrir una escisión, invocar el derecho a la libre competencia para crear circuitos de competición paralelos –y presumiblemente, aun a pesar de los perjuicios, excluyentes entre sí–; ya que no hay manera de conciliar a las partes, quién sabe si tal vez no sea mejor debilitarlas para que, una vez que todos se den cuenta de que salen perdiendo, empiecen a rectificar su actitud. Mejor será eso que evitar la caída libre, inacabable, de un deporte que como siga así, puede que ni siquiera continúe en el programa olímpico. Ése sería el (pen)último mazazo para un deporte que puede invocar agravios de celo con respecto a otros –si lo excluyera el Comité Olímpico Internacional–, y que puede incluso afirmar que cuantos más positivos salen, es que el trabajo de control está siendo más exhaustivo y funciona. Aunque así fuera, sería mejor un ciclismo debilitado que muerto. En esas circunstancias moribundas, hasta seis españoles –más que nunca– estarán entre los diez primeros en la clasificación general final. Habrá quien diga que la lucha antidopaje en España es de risa –y en parte es cierto–, pero por preparación, estrategia y esfuerzo, pese a las exclusiones, también merece al menos mencionarlo. Alberto Contador también habrá hecho algo para merecerse vestir de amarillo, ¿no?

Fotografía de Roberto J. Madrigal