ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
El gran peligro islamista
Por Isaac Á. Calvo
2 min
Internacional15-07-2007
Dicen que todos los extremos son malos y si éstos se aplican a la religión también lo son. Durante la historia, varios de los problemas ocurridos han venido por una interpretación torticera de las leyes divinas. Actualmente, la lectura que hacen los islamistas del Corán está poniendo en dificultades a algunos países musulmanes. Uno de los ejemplos se halla en Pakistán. Allí, la influencia de clérigos radicales ha creado numerosos problemas al Gabinete de Pervez Musharraf. Durante meses han estado presionando a las autoridades organizando secuestros y creando disturbios que culminaron con el atrincheramiento en la Mezquita Roja de Islamabad. Los intentos negociadores entre el Ejecutivo y los rebeldes no prosperaron y el asalto de las Fuerzas de Seguridad ha provocado centenares de muertos y consternación. Muchas voces han criticado a Musharraf, quien ha dicho que va a trabajar para que no se repita este tipo de acontecimientos. Aun así, no lo va a tener fácil. La alianza de Pervez Musharraf con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo internacional y que Pakistán tenga frontera con Afganistán hacen que el país sea objetivo fácil para los islamistas. Éstos van a seguir intentado desestabilizar al Gobierno de Musharraf y además cuentan con el apoyo de Al Qaeda, organización que también ha amenazado con llevar sus sangrientos atentados a territorio paquistaní. Unos atentados que llevan años sufriendo en Iraq y que no parece que vayan a detenerse a pesar de los esfuerzos que están haciendo los gabinetes de Nuri Al Maliki y de George W. Bush. De hecho, la Casa Blanca reconoce que la democratización y pacificación iraquí no está yendo como se esperaba. Además, la Administración estadounidense sigue recibiendo presiones de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes para que Estados Unidos retire las tropas de Iraq. Algo que pone a Bush entre la espada y la pared. Si ordena el regreso de los militares, además de un fracaso político sería abocar a los iraquíes a una guerra civil y a un incremento del riesgo en la zona. Si no lo ordena, el goteo de soldados muertos seguirá creciendo –van más de 3.000-, la solución al conflicto se antoja lejana y las elecciones presidenciales están más cerca de lo que parece.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD