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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Diez años

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Sociedad15-07-2007

Fue por entonces. Apenas yo había descubierto Internet; apenas LaSemana.es comenzaba a dar sus primeros pasos; apenas me iniciaba a gatas en el Periodismo... Y ahí estaba el maestro, como hacen los toreros, aconsejando desde la boca del burladero a quien se acaba de plantar ante los cuernos de la profesión y de la vida: "¡Déjasela puesta, carga la suerte, dos más y a por la espada!" No son las palabras textuales, pero aquel puñado de e-mails que recibí de Antonio Burgos venían a decir eso y tenían mucho de maestría y torería. Una estaba en primero de carrera y el maestro ya había celebrado muchos aniversarios de alternativa... Pero, no sé por qué, el maestro quiso brindarme consejos desde el callejón, con un puñado de e-mails en respuesta a las incursiones novatas que yo daba en el Periodismo. Una cosa es lo que se aprende en la escuela... Hace diez años LaSemana.es estaba en pañales. Acababa de nacer. Y una aún no era capaz de administrar su valor, a pesar de una pasión por los toros innata. Quizás fueron demasiadas cosas, pero en el número 22 de LaSemana.es, publicado en julio de 1997, aquella estudiante de Periodismo no se pintó las manos de blanco para lanzar un grito de libertad a través de este rinconcito de Internet. Aquella estudiante tuvo miedo. Miedo, no. Tuve pavor. Pero a la semana siguiente del asesinato de Miguel Ángel Blanco, en el número 23, la sección de Espectáculos recogía un texto cargado de errores y erratas de una principiante que acababa de probar una cornada en la mismísima moral. Se titulaba: "Yo también estoy con Miguel Angel". Diez años después vuelvo a aprender del maestro Burgos, que desde su burladero de ABC nos indica que para calcular la relevancia de un acontecimiento sólo hay que tratar de averiguar qué estábamos haciendo mientras eso ocurría. Recuerdo perfectamente el día de la muerte de mi abuela, cómo me sobrepuse al 11-M una semana antes de mi boda, el blindaje de seguridad en una Europa en alerta terrorista durante la luna de miel, el libro que empecé a leer el día que falleció mi abuelo, el sentimiento de fragilidad cuando tuve el accidente de tráfico, mi primera rueda de prensa, el primer beso, el primer despido del trabajo... También recuerdo cómo fue mi vida durante el secuestro y asesinato por Eta de Miguel Ángel Blanco. El hombre que reniega de su pasado y no aprende de él no tiene futuro. Aquello que pasó hace diez años me dio una lección desde la boca del burladero. Suspendieron los sanfermines. Tardé una semana en publicar que José Tomás había brindado un toro a la familia Blanco, un homenaje del torero cuando los terroristas aún mantenían viva la esperanza y el chantaje. Diez años después, y para que conste en las hemerotecas virtuales, lo quiero seguir recordando, para aprender del pasado sin renegar de él. El maestro Burgos dejó hace muchos números de darme consejos desde el callejón a través de simpáticos e-mails. Pero leyendo sus líneas concluyo que, como yo, él también está con Miguel Ángel aunque hayan pasado diez años.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo