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ANÁLISIS DE DEPORTES

Real Madrid, el menos malo de la Liga

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes10-06-2007

El tiempo –y sobre todo los resultados– dan la razón. Y la razón la tenía Fabio Capello, que en las revueltas aguas ligueras ha conseguido, con una buena dosis de fortuna, ganancia de pescadores. A pesar de las dudas que el presidente y el director deportivo del Real Madrid tenían, sobre él y sobre los jugadores, el Real Madrid ha encontrado, aunque sea un poco por casualidad, el camino para recuperar su orgullo, su identidad y, con un poco de suerte, los títulos. Pero al igual que le sucedió una década atrás, tiene toda la pinta de que a Capello no se le dará la oportunidad de continuar su trabajo, porque jugaba con una baraja marcada en su contra: si no ganaba, adiós muy buenas. Así que al italiano, sin nada que perder, puede que se acabe tomando unas vacaciones en la Costa del Sol, aprovechar para comer un buen jamón ibérico, viendo los toros y esperando noticias de cómo le va en el Juventus al bueno de Claudio Ranieri. Eso sí, con una cuenta corriente más que saneada, favor de un Ramón Calderón que es más aficionado que buen gestor. Y por si quedaban dudas, se lanzó a celebrar el título antes de conseguirlo. Como cuando empezó a limpiar el vestuario, antes de cambiarse de chaqueta y subirse al carro del vencedor. Vergonzoso en un un club al que se supone más señorío en sus dirigentes. Luego de una temporada pobre, en la que apenas mostró sus virtudes –Ronaldinho de Assis fue una sombra de sí mismo, Samuel Eto’o se lesionó y muchas otras piezas del engranaje de Frank Rijkaard chirriaron más de lo debido–, el Barcelona perdió la enésima ocasión de salvar una temporada en la que aspiraba a todo y falló en todos los partidos decisivos. Porque en la Liga perdió la iniciativa por sus propios errores, y ahora queda por ver si el diagnóstico que se hace en Can Barça es que el vaso está medio lleno, y merece la pena mantener la estructura del equipo un año más para ver si los resultados y el jogo bonito vuelven, o si la displicencia no tiene vuelta atrás, el ciclo que llevó a la segunda Copa de Europa está cerrado y es necesario invertir en nuevos cimientos para el futuro próximo. Una decisión difícil en la que se van a retratar las habilidades de Joan Laporta y Txiki Beguiristain para reconducir la situación deportiva, lejos de la receta que sirvió para sacar a los azulgranas de la catarsis a la que llevó la presidencia de Joan Gaspart pero cerca de una junta directiva que vuelve a mostrar dudas y criterios divergentes. Sin resultados, no va a valer con las cuentas de Ferrán Soriano para tener contento al soci. El Sevilla ha tenido, probablemente, la mejor oportunidad para ganar, casi casi, en toda su historia, porque los títulos que ganó en 1946, en una época muy diferente, se pueden considerar empolvados a estos efectos. Las rotaciones, excelentes para alzarse con el título en la Copa de la UEFA y llegar con las pilas cargadas a la final de Copa –aunque el Getafe, que ya ha hecho la gesta, deja margen para la duda, pues puede ser un rival relajado o un equipo muy peligroso–, tal vez hicieron perder ambición al equipo de Nervión en la liga. Nada que criticar, no obstante, a un entrenador como Juande Ramos que no se chupa el dedo y por algo sabe mejor que nadie en qué condiciones han estado durante la temporada, y quería que llegaran al final, sus jugadores. Por último, el Valencia ha quedado como una buena alternativa de poder, pero con una arriesgada apuesta como la de Juan Bautista Soler, endeudando al club, le ha faltado mayor poder resolutivo en el tramo decisivo de la temporada. De modo que el conjunto ché queda donde merece, en el grupo de perseguidores que tendrán como premio, o como castigo, disputar la previa de la Liga de Campeones.

Fotografía de Roberto J. Madrigal