SER UNIVERSITARIO
¬Ganamos todos¬
Por Álvaro Abellán4 min
Opinión28-05-2007
Solemos decir irónicamente que en este país, según se publican los datos electorales, “ganamos todos”. Lo decimos porque todos los partidos políticos hacen la mejor lectura posible de los datos y todos se muestran contentos con el resultado. Pero deberíamos decirlo también en otro sentido, más profundo y esta vez en serio: unas elecciones democráticas celebradas con normalidad proporcionan la estabilidad y el compromiso político suficientes para conducirnos juntos y pacíficamente hacia un futuro común. El primer y cínico sentido de esta afirmación lo constatamos en las valoraciones generales de los partidos. Las palabras de Llamazares fueron alegres en la semántica, pero su tono, sus brazos cruzados y su gesto torcido le delataban. Pepiño Blanco, en otro de sus fallidos intentos de salvar la cara, cometió el atropello de excluir a todos los votantes de Madrid (de uno y otro partido) para maquillar su balance general: “Si eliminamos las cifras electorales de Madrid del cómputo general, hemos ganado”. Recordaba a aquellos socialistas del siglo pasado, acostumbrados a eliminar toda disidencia para sostener, acto seguido, que todos (todos los que quedan) están de su parte. “Los cambios en Madrid anticipan los cambios en toda España: Rajoy es el próximo presidente del Gobierno”, sostuvo un emocionadísimo Gallardón, ejerciendo de pitoniso. El segundo y hondo sentido del “ganamos todos” también cabe en esta ocasión. Podría poner muchos ejemplos, pero dos me parecen especialmente elocuentes y no precisamente por el partido “ganador”, sino porque son casos que han revelado gran salud democrática. El primero de ellos, el récord histórico del Partido Popular en Madrid. El segundo, el número total de votos que ha cosechado el PP en todo el país. La marca histórica en número de votos, en escaños y en porcentaje de votos del Partido Popular en Madrid acontece después de dos graves atentados a las reglas del juego por parte del PSOE (en su peor momento en Madrid en los últimos 20 años). El primer atentado contra la democracia ha sido marginar desde el Gobierno nacional a la Comunidad de Madrid: para ahogar la política popular, Zapatero ha recortado el presupuesto, ha obstaculizado acuerdos entre la Comunidad y diversos ministerios y ha incumplido multitud de promesas electorales, al tiempo que favorecía descaradamente a comunidades gobernadas por su partido. El segundo atentado ha sido colocar a un desconocido Sebastián, desconocedor de Madrid y de las reglas básicas de la ética y la política, que ha jugado muy sucio al atacar personalmente a su rival político, denunciando su vida privada y obligándole a pasar, sin motivo, por su peor etapa personal y familiar desde que está en política. El PSOE en general y Sebastián en particular merecían un durísimo castigo por parte de la ciudadanía madrileña, y ésta ha cumplido con sobresaliente, dejándoles a 25 puntos del Partido Popular y engordando los resultados de Izquierda Unida, partido que en Madrid, hoy, es infinitamente más serio que el PSOE. Que el PP supere en número absoluto de votos al PSOE es la primera vez que ocurre en España desde el año 2000. La primera vez que ocurre desde que Zapatero es presidente del PSOE. Me importa poco lo que esto alegre a los peperos en cuanto peperos. Debería alegrarnos a todos los que creemos en la democracia y consideramos que es inmoral marginar sistemáticamente a un partido político que representa a más del 40 por ciento de los españoles. El PSOE de Zapatero ha tratado de matar políticamente al PP. Lo hace al repasar interesadamente la historia con su “memoria” selectiva; lo hace al pactar con partidos minoritarios renunciando a sus propios proyectos y sólo con el objetivo de evitar que gobierne el PP cuando es la lista más votada (Pacto del Tinell); lo hace cuando pacta con los nacionalismos radicales un aislamiento político y mediático al PP; lo hace cuando tacha de extrema derecha, fascistas y antidemócratas al único partido nacional que puede plantarle cara. Ahora que las personas que han votado a listas populares superan en más de ciento cincuenta mil a las que han votado al PSOE, Zapatero debería medir sus palabras. Cuando Zapatero llame “extremistas” o “derechota” o “franquistas” a los populares, deberá recordar que se lo llama por extensión a la gran mayoría de los españoles, esa gran mayoría que hoy suma más votos que cualquier otro partido político. Estas elecciones las han perdido los inmorales de la política, los que no creen en la democracia, los que recurren a todos los medios posibles por destruir o anular al otro. Y las han ganado quienes hacen política, quienes quieren construir futuro, quienes han gobernado para todos. Estas elecciones las han perdido algunos partidos y políticos, las han perdido muchos votantes de ideología estrecha y espíritu mezquino (¡qué fue de los navarros, futuros vascos de segunda!), pero las hemos ganado todos los que creemos que podemos construir algo bueno juntos. Enhorabuena.