LÍBANO
El Ejército libanés lanza una guerra abierta contra una facción de Al Qaeda
Por Miguel Martorell3 min
Internacional27-05-2007
Lo que empezó como una operación de las Fuerzas de Seguridad libanesas contra un grupo de atracadores en la ciudad de Trípoli, al norte de Beirut, se ha acabado transformando en una guerra abierta contra Al Qaeda. El objetivo son los milicianos de Fatah al-Islam, una facción de la organización terrorista internacional que ha hecho suyo el campo de refugiados palestinos de Nahr al-Bared. Los cazadores son el Ejército libanés y la alargada sombra de Washington.
La batalla entre los milicianos de Fatah al-Islam -escisión del grupo palestino Al Fatah- con vínculos con Al Qaeda y el Ejército libanés, es el peor enfrentamiento interno que se recuerda en el país de los cedros desde la guerra civil que asoló el país entre 1975 y 1990. Los recuentos de víctimas, entre guerrilleros, soldados y refugiados palestinos asciende por encima del centenar y la carnicería no tiene visos de detenerse. Las escaramuzas comenzaron en la ciudad portuaria de Trípoli, 70 kilómetros al Norte de Beirut, cuando las Fuerzas de Seguridad libanesas lanzaron una redada contra un grupo de sospechosos de varios atracos. En el centro de la ciudad se desató el primer enfrentamiento entre el Ejército y los milicianos de Fatah al-Islam, cuya principal fuente de financiación son los asaltos y robos. Los guerrilleros decidieron trasladar entonces la lucha a su bastión en Líbano, Nahr al-Bared, un campo de refugiados que alberga a decenas de miles de palestinos. Allí, Fatah al-Islam cuenta con cerca de 300 milicianos, algunos de ellos combatientes enviados por Al Qaeda de países como Yemen e Iraq, que rápidamente se prepararon para resistir el cerco. Durante los tres días siguientes, la artillería pesada del Ejército libanés machacó el campo de refugiados mientras los soldados intercambiaban fuego con los milicianos. Sólo durante un breve alto el fuego fue posible que los servicios humanitarios entraran en el campo de refugiados para atender a las posibles víctimas. En ese periodo de tiempo, la mitad de los refugiados abandonó sus hogares -los cálculos de la ONU cifran en 12.000 los que huyeron y en cerca de 18.000 los que no pudieron dejar el campo- y Fatah al-Islam exigió el cese de las hostilidades al Gobierno que encabeza el primer ministro Fuad Siniora. La respuesta del jefe del Ejecutivo libanés fue contundente. “No nos rendiremos al terrorismo. Trabajaremos para erradicar al terrorismo y liquidarlo”, proclamó Siniora, que dejó muy claro que el Ejército de Líbano no busca abrir una cicatriz entre su pueblo y los casi 400.000 refugiados palestinos que habitan el país de los cedros. “Fatah al-Islam es una organización terrorista que dice ser islámica y defender a los palestinos, pero está intentando aprovecharse del sufrimiento de ese pueblo y su lucha”, sentenció el primer ministro, tratando de disipar cualquier duda de sus intenciones. Voces palestinas se alzaron en protesta por lo indiscriminado de los bombardeos de la artillería, aunque desde la Autoridad Nacional Palestina parece que de momento nadie pone en cuestión que el asunto va exclusivamente dirigido contra los radicales suníes de Fatah al-Islam, que en más de una ocasión ha admitido sus vínculos con Al Qaeda. Mientras las escaramuzas entre soldados y milicianos se prolongaban hasta el fin de semana, Washington vio una buena oportunidad de granjearse la amistad del Gobierno libanés. Cuatro aviones cargados de armamento y munición para el Ejército libanés llegaron el pasado sábado a Beirut. Con este envío poco filantrópico, Washington espera aumentar su influencia en el país de los cedros y frenar la de Siria, que a través de Hezbolá y los partidos políticos favorables a esa injerencia siria han puesto más de una vez en jaque el Gobierno de Siniora. Y mientras, tres atentados sacudían las ciudades de Beirut y Aley, y el número dos de Fatah al-Islam, Shibab al-Qadura, lanzaba un ultimátum al Ejecutivo libanés. “Si las agresiones contra nosotros continúan, nuestra reacción no se restringirá a los campos palestinos o a Beirut, sino que todos los frentes estarán incluidos. Las tres explosiones en Beirut y Aley serán sólo el principio”, advirtió. La mano derecha de Shaker al-Abasi, líder de Fatah al-Islam desvelaba de esta forma que esta facción de Al Qaeda tiene en diferentes puntos de Líbano “células durmientes” dispuestas “a actuar violentamente” si la ofensiva contra sus hombres en Nahr al-Bared no cesa.