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ANÁLISIS DE DEPORTES

El Desafío no ha hecho más que empezar

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes15-04-2007

Al contrario que el golf y otros deportes individuales, o que necesitan de poco equipamiento, no es tan fácil vender la vela como un producto masivo. Pero no tiene nada que ver una regata de vela en las clases olímpicas, por poner un ejemplo, con una Copa América que es otra cosa, la fórmula uno del mar. Sobre cuatro ruedas sería inimaginable encontrar a todos los mecánicos, ingenieros y pilotos subidos en el mismo vehículo. Y sin embargo, es así. Tipos preparadísimos que son capaces de leer datos, interpretarlos y tomar decisiones para aprovechar al máximo el viento y coordinar el rumbo y el trabajo de 17 tipos, tipos que coordinan desarrollos de ingeniería muy avanzados… Gente que no reúne tras de sí una nube de aficionados, sino que se los puede ver de cerca en cuanto regresan a puerto; tipos que no despiertan pasiones, sino curiosidad y una cierta admiración entre los profanos españoles que pocas veces hemos visto una competición de tanta tradición y rivalidad. Pero la experiencia no sólo es impagable por esos detalles. También se compensa el esfuerzo generoso por una buena organización: la Copa América deja no sólo la herencia del dinero fácil mientras dura la competición, como haría cualquier carrera del circo, sino que permite una excusa para remozar barrios enteros de una ciudad como Valencia, con permiso de la pertinente especulación, y deja para el futuro –eso sí, siempre que se mantenga adecuadamente– un puerto deportivo de uso público. Todo eso, antes siquiera de disputar la primera regata de la Copa Louis Vuitton, tras el aperitivo que han sido las regatas de flota que se han venido disputando desde 2005. Los próximos meses, hasta saber el destino de la copa de las cien guineas para los próximos años, van a ser apasionantes sin ninguna duda. Además, para España, pueden tener una influencia mayor. Para empezar, ya será un éxito que el Desafío Español trasmita una imagen de competitividad que sirva para respaldar el esfuerzo de las empresas e instituciones que están detrás del proyecto. Pero hay más, porque tras las experiencias de 1992 y 1999, en las que el trabajo no tuvo continuidad, por la falta de coordinación entre las distintas sociedades náuticas que estaban por detrás de cada proyecto. Lo importante no va a ser tanto llegar a las semifinales de la Copa Louis Vuitton –los expertos dicen que el proyecto español empezó tarde para aspirar a cotas mayores–, sino mantener esa estructura para aprender de los enfrentamientos contra rivales poderosos y experimentados, como el Oracle estadounidense y el Emirates neocelandés, y utilizar ese conocimiento para crear un barco más competitivo en la siguiente Copa América. Al menos por ahora, y a pesar de algunos errores puntuales en la navegación, el objetivo parece que se está encaminando correctamente.

Fotografía de Roberto J. Madrigal