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CRISIS

A pesar del nuevo Plan económico, Argentina no levanta cabeza

Por Raquel GonzálezTiempo de lectura1 min
Economía25-11-2001

Una de las medidas de enjundia que aparecía en el Plan económico de Argentina presentado semanas atrás por Domingo Cavallo, ministro de Economía, era el del canje de títulos de la deuda que Argentina tiene con acreedores internos.

Esos acreedores -bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros e inversores locales- cobraban anteriormente un interés de entre el 11 y el 18 por ciento, ahora el país sólo les puede ofertar el siete por ciento. Los acreedores lo aceptaron porque así al menos se aseguraban de cobrar algo, pero la puesta en práctica de esta medida ha puesto nerviosos a esos tenedores de bonos. A lo largo de la semana el riesgo país, capacidad que tiene un país endeudado para cumplir con los pagos, volvió a alcanzar cotas récord al superar la barrera de los 3.000 puntos. Además, la Bolsa argentina se hundió en casi un seis por ciento durante la semana. Esto, provocado por la inminencia de ese canje, ha traído como consecuencia que el canje se prorrogue una semana más. Mientras, el ministro de Economía argentino sigue viajando intentando convencer al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que adelante el préstamo de 1.260 millonrd de dólares previsto para diciembre. Pero en Argentina se han dado cuenta de que no podrán cumplir una condición puesta por el FMI para que accediesen a ese dinero, el déficit cero. Ahora ya no se confía en cumplir con ese reto y habrá que pedir un waiver, o lo que es lo mismo, perdón, al FMI. En Argentina, el PIB se está desplomando anualmente un 12 por ciento y en el 2001 acabará con una deuda en las cuentas públicas nacionales superior en 1.300 millones a lo acordado. A estas cifras, que pueden resultar impersonales y frías, se le unen aquellas que hablan de que el 40 por ciento de los ciudadanos de la que fue potencia mundial décadas atrás, vive por debajo de la línea de la pobreza. Cada día, 2.000 personas entran a englobar esta lista provenientes de una clase media que está desapareciendo.

Fotografía de Raquel González